“Caperucita
en Manhatan”
CARMEN
MARTÍN GAITE.
(Salamanca
8 diciembre de 1925 – Madrid 27 de julio de 2000)
Su padre no quiso escolarizarla en la etapa infantil para que no fuese educada en los principios religiosos de la época. El Bachillerato tuvo que hacerlo en Salamanca, y no en un centro de Madrid como estaba previsto familiarmente, por el estallido de la Guerra Civil…La experiencia de esos años y el contacto con dos Profesores: Rafael López y Salvador Fernández Ramírez y su influencia académica marcaron su vocación literaria que reflejaría años más tarde en una de sus primeras y más rotundas novelas, “Entre visillos”…
En
1943 inicia sus estudios universitarios en la Universidad de Salamanca, en
donde se licencia en Filosofía y Letras en 1948, y en donde coincide con
Ignacio Aldecoa. Una beca de verano la lleva a Coímbra dónde se despierta si
interés por la cultura galaico-portuguesa. Al año siguiente, se va a Cannes,
también becada, para perfeccionar el francés. De regreso a Madrid, Ignacio
Aldecoa la introdujo en el Grupo Literario de la llamada Generación de los 50:
Alfonso Sastre, Jesús Fernández Santos, Josefina Rodríguez Álvarez, y Rafael
Sánchez Ferlosio con el contraería matrimonio en 1953. En 1954 nace Miguel, su
primer hijo, que fallecería con sólo siete meses de una meningitis…Su hija
María nació en 1956. En 1970 se separa de Rafael para irse a vivir con su hija,
quién también fallecería con sólo 29 años, en 1985, víctima del sida, infectada
por una aguja con la que se había pinchado heroína.
Vivió
en Madrid, en el barrio de El Retiro, hasta su muerte en el año 2000 víctima de
un cáncer. Su hermana Ana María, albacea de Carmen, creó en la casa familiar de
“El Bolao” un Centro de Estudios que lleva su nombre, y en el que se conserva
la Biblioteca, el Archivo y las pertenencias personales de la escritora, y en
1916 puso en marcha el Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite para evitar el
posible olvido de la escritora y de toda la Generación de los 50…Tristemente
hoy poco leídos.
En
1954 obtuvo el Premio Café de Gijón por su obra “El balneario”. En 1957, el
Nadal por “Entre visillos”. Durante bastantes años se dedicaría a escribir
Ensayo, sobre todo histórico, a colaborar en guiones para la televisión y a la
traducción de autores clásicos y actuales…
En
1978 fue la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Literatura por su
obra “El cuarto de atrás”, y en 1988 se le concedió el Premio Príncipe de
Asturias de las Letras…
En
1990 regresa a la novela - tras doce años de ausencia - con “Caperucita en
Manhatan”. En 1997 publica “Lo raro es vivir”, y al año siguiente “Irse de
casa”, su última novela.
“Caperucita en Manhatan”, su cuento más personal, se lo dedica a Juan Carlos Eguillor con quién ya había colaborado en la elaboración de algunos cuadernos del ilustrador, y que tanto contribuiría a superar el estado de ánimo en el que cayó la autora tras la muerte de su hija. (En 1991 volverían a trabajar juntos e ilustraría el cuento “El castillo de las tres murallas”). En “Caperucita”, la autora se recrea en su sueño de “Libertad”: “A veces lo que sueño creo que es verdad, y lo que me pasa me parece que lo he soñado antes” (Elena Fortún: Alicia en el colegio)
Sara
Allen es un niña que vive con sus padres en Broklyn y que sueña cada sábado
cuando acompaña a su madre, con viajar ella sola y perderse en Manhathan,
recorrer Central Park y viajar en metro hasta la casa de su abuela – en
Morningside, al norte de la isla que tiene forma de jamón – Rebeca Litlle,
cantante de musichall con el nombre de Gloria Star, quién al principio de la
narración tiene un compañero – Aurelio Roncalli – que es el librero que regala
a Sara cuentos y un plano de la isla con el que un día emprende su soñado
viaje…
En la
monotonía de las vidas de los personajes
alrededor de Sara – una niña demasiado despierta e inteligente – hay dos
referencias: la tarta de fresas que su madre prepara cada semana para llevar a
la abuela Rebeca-Gloria, que de tanto repetirla ha “cansado” a los que se la
ofrece, y la abuela misma cuya vida y comportamientos contrarios a la rutina de
la madre, son el “sueño” de la niña….En medio de la historia surge lógicamente
el lobo, Edgar Woolf rey de las tartas, un personaje que ha dedicado su vida a
hacer dinero y que solo cuenta con la fidelidad de Greg Monroe, el empleado que
lo ha acompañado siempre en el crecimiento de la empresa “El dulce lobo”…y una
extraña mujer, Miss Lunatic, quién salvará a Sara del miedo y le enseñará el
camino, no sin antes explicarle cómo ella se ha construido a sí misma: “Pero ¿a qué llaman vivir?. Para mí, vivir
es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oídos a las cuitas ajenas,
sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un
vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los
muertos, no permitir que nos humille o nos engañen, no contestar que sí ni que
no sin haber contado antes hasta cien como hacía el Pato Dolad…Vivir es saber
estar solo para aprender a estar en compañía, y vivir es explicarse y llorar…y
vivir es reírse…Y no olvides una cosa – le dijo Miss Lunatic – No hay que mirar
nunca para atrás. En todo puede surgir una aventura” (pag. 158-59)
Cuando
Sara descubre a su abuela y a Edgar Woolf disfrutando del reencuentro tantos
años pasados, toma una decisión: ir en busca de Miss Lunatic. Recorrió el
camino a la inversa, buscó todos los detalles que ella le había proporcionado,
leyó el mensaje que le había entregado para leer en la cama… Metió la moneda
que le había regalado en la ranura, dijo “Mirafú”,
se descorrió la tapa de la alcantarilla y Sara, extendiendo los brazos, se
arrojó al pasadizo, sorbida inmediatamente por una corriente de aire templado
que la llevaba hacia “La Libertad”.
He
disfrutado con su lectura, me ha impresionado, y tanto ha despertado mi interés
que me he sentido obligada a investigar sobre su construcción y también sobre
su autora, de la que ya conocía gran parte de su obra, a la que admiraba por su
buena escritura, por el cuidado en la elección de sus temas siempre en
consonancia con un estilo de vida, pero al mismo tiempo rompedores con un
sistema en el que el rol femenino estaba en segundo plano…
En
esta novela-cuento entiendo que hay mucho de la autora, de ella consigo misma,
de sus experiencias personales, de su desgarrado dolor, de su afán por romper
cadenas, de madre y de maestra, de sus posibles equivocaciones, de ese difícil
sueño que consiste en buscar la libertad, y de las dificultades para
encontrarla…Una historia tan hermosa que
merece ser compartida…
PEPA SIRVENT