sábado, 24 de octubre de 2020


 

COMENTARIO AL LIBRO DE SANDOR MARAI

 “LA MUJER JUSTA”

 La “Mujer justa” es una novela que nos cuenta una historia desde tres perspectivas vitales diferentes. Está escrita en primera persona y son tres monólogos que nos llevan a conocer a los tres protagonistas y a la sociedad húngara de su tiempo. Se sitúa en Hungría en los tiempos convulsos de la Revolución Rusa y las dos Guerras Mundiales

Los protagonistas son Marika, primera mujer de Peter, Peter y Judith la segunda esposa de este, a los que hay que añadir el escritor Lazar, amigo de Peter y su madre, presentes ambos en los tres relatos.  

La novela tiene a veces un cierto sentido poético y un marcado acento psicológico y filosófico. Es una novela densa, a veces reiterativa, llena de digresiones, pero que logra un retrato muy profundo y bien acabado de los personajes, y a la vez una descripción bastante completa de la sociedad húngara y de la burguesía, en las que se está llevando a cabo un gran cambio social, con la consiguiente crisis de valores y el resurgir de otros.

La narración es impecable, con un uso muy preciso de las palabras, sobre todo de los adjetivos, que el autor utiliza para matizar su discurso. En ningún momento hace juicios de valor de las acciones y/o actitudes de  los personajes, manifestando una gran tolerancia en ese momento histórico. En las tres historias hay un cierto determinismo hacia el fracaso, y en líneas generales tiene un tinte escéptico y pesimista.


Los temas presentes en la novela son: el amor, la pasión, la soledad, mentiras, traición, el valor de la cultura, la muerte, el sentimiento de culpa, las diferencias entre las clases sociales, la burguesía y sobre todo de la felicidad que buscan los seres humanos y a los tres les resulta algo inalcanzable.

Tiene tres partes bien definidas y que se publicaron en diferentes momentos, las dos primeras en 1941 y la tercera en 1949. La primera es el relato más logrado, la segunda es mucho más conceptual y filosófica, la tercera es un relato más pobre, redundante y artificioso.

La primera parte es el monólogo de Marika con una amiga suya a la que va relatando los avatares de su relación con Peter su marido. Está profundamente enamorada de él, cree que el matrimonio es sagrado y el divorcio un sacrilegio. Va descubriendo la complejidad de sentimientos, pasiones y decisiones que surgen en su relación de pareja. Habla de la soledad, de la incomprensión, del orgullo y del desprecio. De la indiferencia y frialdad que percibe en su marido.

Es consciente de sus limitaciones frente a Peter y a pesar de ello lo ama sin reservas. Descubre que él tiene un secreto, que Lazar le confirma y le orienta hacia la madre de Peter con quien mantiene una conversación en la que le habla de Judith, la sirvienta que está en la casa desde que Peter tenía 15 años.

Ella lucha por reconquistarle pero no logra su propósito y se hace consciente de que ella no es la mujer “justa” para Peter, la que reúne todos los requisitos para hacerle feliz, lo que le lleva al divorcio. Termina el relato diciendo, pero yo amo a Peter, todo pasa menos el amor, aunque eso no tiene ningún sentido práctico.

a segunda parte, la más larga y densa, es el monólogo de Peter, representante de la alta burguesía húngara: hombre rico, elegante, y muy preocupado por su imagen, por su lugar en la sociedad, por las apariencias. Es un hombre muy complejo que hace grandes reflexiones de lo que significa y supone ser burgués.

Su tragedia es la incomunicación y la consiguiente soledad: descubre que todo lo que hace, dice y siente no le permite relacionarse con los demás. No concibe la vida sin pasión.

Aunque dice que Marika es una gran mujer, él no la quiere, sueña que Judith puede llenar su soledad. Se casa con ella y se entregó a ella con pasión, pero fracasó. Cuando descubre que ella no le ama, que no se entrega y encima  le engaña, la abandona. Según Peter el problema con ella era de rencor, soberbia y miedo, ella tenía su propio resentimiento.

La tercera parte es el monólogo de Judith, que va relatando su vida a su amante en una pensión romana. Le cuenta que ella era de origen humilde, de una familia mísera y se había casado por interés con un hombre rico, al que admiraba y despreciaba porque era  burgués.

Fue sirvienta en la casa de Peter. Le conoció a los 15 años y no mantuvo ningún tipo de relación con él, hasta que años más tarde el le pidió que se casara con él y ella no aceptó, abandonó la casa y Peter se casó con Marika. Cuando Marika se divorcia, él se casa con Judit.

En el relato cuenta como era su vida de sirvienta en la casa; las experiencias que ha vivido en Londres, sus matrimonios de conveniencia. En todo su relato está presente la mentira, el engaño, para obtener bienes materiales que le permitan salir de la pesadilla de su pobreza. Sus palabras ponen de manifiesto su incapacidad de salir de la ignorancia. Su interés  no es progresar como persona sino hacerse rica, tener cosas, aunque ello le lleve a renunciar al cariño. Solo es feliz teniendo más, pero no le lleva a olvidar su infancia miserable, allí no quiere regresar a ningún precio.

Es un libro tan complejo que no hemos sabido hacer un resumen más corto, esperamos que os haya gustado como a nosotras.

Aurora Sánchez Laiseca y Gloria Espinilla Berástegui


BIOGRAFÍA DE  SANDOR MARAI 

Nació en 1900 en Kosece, pequeña localidad del Imperio Austrohúngaro, hoy pertenece a  Eslovaquia.De familia  burguesa, de origen sajón, afincada en Hungría.

 Estudió Periodismo en Leipzig y viajo por varios países europeos, conociendo a otros escritores y diversos artistas de vanguardia. Vivió unos años en Paris, trabajando como corresponsal de prensa y en 1928 se instaló en Budapest, dedicándose a la escritura.


Con tan solo  treinta años escribió su obra Confesiones de un burgués que, sin duda, puede considerarse un libro  de memorias. No  solo refleja su intensa vida viajera sino que también encontramos en él  la raíz de toda la obra de este gran escritor: Aquí están sus lecturas, su obsesión por escribir, su pasión por el periodismo, sus amantes, su matrimonio, los encuentros con autores célebres, los viajes, el sentimiento de desarraigo, el fantasma del alcoholismo...”

En 1948 abandonó su país, tras haber perdido parte de su familia ,su clase social y desmembrado su país. Reside en Suiza e Italia y en 1952 llega a Estados Unidos, obtiene la ciudadanía Estadounidense y  reside allí hasta sus últimos días. En realidad él se recluye en la única patria posible para un escritor: la escritura, dejando constancia de una cultura cuyo esplendor y ocaso había vivido en carne propia,

Aunque escribió en varios géneros: poesía, novela, ensayo, cuento y crítica literaria, destaca especialmente como novelista. Comienza a escribir en alemán pero pronto se decide por el húngaro, su lengua materna, a la que atribuye mayor belleza. Su etapa más fértil como novelista corresponde a la década de 1930-40 en que aparecen sus novelas más importantes: “El último encuentro”, “La mujer justa”, Divorcio en Buda “, entre otras, y por las que llegaría a ser considerado uno de los grandes escritores europeos de su época.

Cultivó también la novela psicológica, en la que analiza diversos aspectos de la burguesía húngara en el periodo de entreguerras, su  decadencia, tras la desaparición del Imperio, y la invasión de Hungría por los nazis y después por los bolcheviques, de las que da testimonio como testigo presencial.

Destaca su obra por la elegancia de su estilo, su prosa poética (en varios de sus libros), depurada y precisa, muy realista por las situaciones que plantea y las soluciones que propone y principalmente por la profundidad en el análisis psicológico de todos sus personajes.

Entre sus temas recurrentes, destacan:

 LA FAMILIA. La trasmisión de valores de la familia : educación, tolerancia, amor, búsqueda de la verdad, humildad, respeto, paciencia…, sin esperar nada a cambio, “Debería de enseñarse en los colegios desde temprana edad – dice el autor – todo lo relativo a las relaciones humanas entre hombres y mujeres a fin de cultivar la tolerancia, mejorar la convivencia y resolver conflictos familiares”.

. LA DECADENCIA DE LA BURGUESÍA.  La invasión de Hungría por los nazis y el cerco de Budapest, obligó a burgueses y judíos a “saber hacerse invisibles” para sobrevivir. En varias de sus obras, expone el autor como la SOLEDAD y la proximidad de la muerte hace que “los señoritos distinguidos” confraternicen con la “gente simple” abatiendo barreras entre clase sociales y queriendo dar a entender la igualdad entre todas ellas

. LA HERENCIA, EL TIEMPO Y LA NOSTALGIA están presentes en toda su obra. El monólogo interior permite a los personajes contemplar desde el presente sucesos y sentimientos del pasado, analizarlos con el conocimiento acumulado por el paso del tiempo y juzgarlos con benevolencia. “Es toda una vida el tiempo que se necesita para aprender a vivir”, dice el autor.


LIBERACIÓN, SOLEDAD Y MUERTE. Sandor Marai intelectual comprometido, escribió contundentes artículos en contra del nazismo, declarándose profundamente antifascista. Tras la invasión de los nazis tuvo que ocultarse y solo su fama como escritor pudo salvarlo de severas represalias. Con la liberación de Hungría por parte de los rusos, creyó llegada su propia LIBERACIÓN, Pero su estrella comenzó a apagarse con el establecimiento del régimen comunista. Al negarse a colaborar, fue tildado de “burgués” por los comunistas. Todas su obras fueron prohibidas en su país durante varias décadas, haciéndolas caer en el olvido, hasta la caída del comunismo.

La muerte de tres de sus hermanos, de su esposa Lola y de su hijo, en poco más de un año, sumieron a Marai en la soledad más absoluta

“Cuando ya hemos aprendido todo en la vida, nos damos cuenta de que la vida nos ha sobrepasado”. “Ya no se puede seguir viviendo, sabiendo que ya no existe nadie que te espere, nadie que te necesite, nadie para quien tú resultes imprescindible”. “Nadie con quién compartir vínculos de AFECTO, PACIENCIA, COMPASIÓN, Y PERDÓN”.

Marai se quedó completamente ciego y apenas se mantenía en pie.

El día 22 de febrero de 1989, a los 82 años, en S. Diego (California), unos meses antes de la caída del Muro de Berlín, muere Sandor Marái disparándose un tiro en la cabeza. La muerte, de su propia mano, significa para Marai su LIBERACIÓN tan largamente esperada, (“El bien más preciado para el hombre sobre la tierra”)

Manuel Jiménez

 

 

 

martes, 13 de octubre de 2020

 

Louise Glück, Nobel de Literatura 2020

El PAIS-Cultura-8/10/2020- 


 “Por su inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, convierte en universal la existencia individual”.

 Con estas razones —y ante una audiencia de periodistas debidamente separados y protegidos con mascarillas— la Academia Sueca ha concedido hoy jueves el Premio Nobel de Literatura a la poeta neoyorquina Louise Glück, de 77 años. Es, junto a Olga Tokarczuk, Svetlana Alexiévich y Alice Munro, la cuarta mujer en recibir este galardón. Louise Glück : traición, mortalidad y amor

Los argumentos de los jurados suelen manejar frases de repertorio sobre la tradición y la vanguardia, lo global y lo local, pero esta vez el Comité Nobel ha dado en el clavo. La austeridad y la autobiografía son los rasgos fundamentales de una autora que ha publicado 12 libros de poemas, la mitad de los cuales han sido publicados en España por la editorial Pre-Textos

En unas declaraciones recogidas en la web del Nobel, la escritora recordaba su impresión al recibir la noticia: “Lo primero que pensé fue: ‘Me voy a quedar sin amigos’. Porque muchos son escritores”, bromeó. Luego añadió que era un gran honor, aunque hay otros premiados a los que no admira. Más tarde pensó en los que sí y, finalmente, concluyó que podrá pagar la casa que quiere comprarse en Vermont. Pero, sobre todo, dijo, le preocupa preservar su vida y su rutina con la gente a la que quiere.

Profesora en la Universidad de Yale y Poeta Laureada de los Estados Unidos en 2003, Louise Glück atesora todos los premios posibles en su país: del Pulitzer por El iris salvaje (1992) al National Book Award por Faithful and Virtuous Night (2014). En febrero pasado, además, ya fue galardonada en Estocolmo con el Premio Tranströmer, promovido en memoria del último Nobel sueco, fallecido en 2015.

“Me he convertido en una anciana. / He acogido con agrado la oscuridad / que tanto temía”, dicen unos versos de Vita Nova (1999). La vejez está siendo benévola con Glück, algo que no puede decirse de su juventud, marcada por el enfrentamiento con su madre, desgarro que dio lugar a algunos de sus poemas más emocionantes y lúcidos. Nieta de judíos húngaros emigrados a Estados Unidos, la nueva Nobel se crio en una casa de Long Island en la que aprendía mitología griega y leía episodios de la Biblia (su hijo se llama Noé) mientras fabricaba a mano los libros que ella misma escribía e ilustraba. “Siempre supe que quería escribir”, declaró en una entrevista en 2012, el año en que se publicó su poesía reunida. “Hubo un momento en que quise ser actriz. Luego me di cuenta de que, en el fondo, lo que quería es que me aplaudieran. Tenía buena memoria, pero carecía del don de actuar. Era una actriz de madera”.

Selección de la poesía de Glück

Para Glück la escritura es una “venganza contra las circunstancias”. En sus primeros años, concretamente contra el acoso escolar y el asfixiante dominio materno. Sin embargo, antes que la escritura, su venganza tuvo una forma menos amable: la anorexia. “Necesitaba quitarme a mi madre de encima”, afirmaba en la misma entrevista. “También sentir que mi cuerpo era distinto al de los demás. Durante un tiempo me pareció una estrategia maravillosa: me convertiría en un alma pura, liberada de las limitaciones de la carne. El problema es que te mueres, y yo no tenía impulsos autodestructivos. Estaba intentando crear mi propio yo”.

Si el mundo grecolatino la ayudó a encontrar imágenes universales para sus sentimientos, el psicoanálisis le enseñó a pensar y a encontrar el yo que tanto necesitaba. El trauma, el desencanto, el desamor y la desilusión son los grandes motores de una obra sencilla y clara que no prescinde del sentido del humor.

A pesar de que sus versos tienen en muchas ocasiones un hilo narrativo, Louise Glück, que también ha cultivado el ensayo, nunca ha querido escribir ficción. “Cuando quiero ser feliz leo una novela”, suele decir consciente del fondo oscuro que atribuye, por luminosa que resulte, a la poesía. “Leer ficción es como cocinar: lo hago por placer”.

La comparación entre la ficción y la cocina no es casual. Después de abandonar la Universidad de Columbia sin licenciarse, trabajar como secretaria, publicar su primer libro —Firstborn (1968)— y divorciarse, la escritora comenzó a dar clases en el Goodard College de Vermont. Así conoció a su segundo marido, del que también terminaría separándose pero con el que fundaría el New England Culinary Institute, un centro para la formación de cocineros.

Fue en 1980, la década en la que Glück daría con la inconfundible voz que le ha valido el galardón más prestigioso de las letras universales. En 1985 ganó el premio de la Crítica con El triunfo de Aquiles y cinco años más tarde publicó Ararat, muy celebrado a posteriori pero cuya recepción la autora recuerda con una frase rotunda: ni una sola reseña. En 1992 se llevó el Pulitzer con El iris salvaje, 1996 sería el año Praderas —que tiene algo de Odisea homérica de andar por casa— y en 1999 cerró dos décadas prodigiosas con Vita Nova. En medio recopiló sus ensayos en un volumen llamado Pruebas y teorías que parte de una confesión: la experiencia fundamental de alguien que escribe es “la impotencia”.

. Los atentados del 11-S dieron lugar a un libro de un solo poema —October (2004) —, al que siguió, en 2006, Averno, en el que vuelve a aparecer otro mito clásico: Perséfone, la reina de los muertosUna vida de pueblo (2009) —publicado en castellano por Pre-Textos en mayo pasado— y Faithful and Virtuous Night (2014) cierran por ahora una obra escrita, como dice su autora, contra el dolor y contra la pérdida: “Si consigues hacer algo con ellos, nunca volverán a vencerte”. En el primer verso de su libro más famoso, El iris salvaje, lo dice así: “Al final del sufrimiento / me esperaba una puerta. / Escúchame: a eso que tú llamas muerte / yo lo recuerdo”. Hoy, también al final, le esperaba la puerta del premio Nobel.