domingo, 17 de enero de 2016

NANA. Emile Zola (París 1840 – 1902)
“Estamos aquí para vivir en voz alta”

A Zola se le reconoce como el autor por excelencia del “Naturalismo”, corriente literaria de mediados del s. XIX que se caracteriza por: “El realismo en el retrato social, en el natural y en el personal, marcado por el determinismo genético y social en la vida de los individuos, y en franca oposición al romanticismo que tiende a la idealización o al surrealismo que se basa en la subjetividad”

Periodista de profesión se inició en la Literatura con la poesía, pero en el momento en que su estabilidad económica se lo permitió, se dedicó a la novela…Entre 1869 y 1893 publica una serie, “Los Rougon – Marquart”,  en la que toma como vertebración la vida de una saga familiar para hacer un exhaustivo retrato de París y sus gentes, su estructura urbana, social, económica, política, ideologías y creencias, costumbres y modas, cultura y relaciones humanas…Después, entre 1894 y 1889 escribió una historia sobre tres ciudades: París, Londres y Roma…Y entre 1898 y 1903, “Los cuatro evangelios” publicado el tercero después de su muerte y el último, inacabado…El día 13 de enero de 1898 publicó el famoso artículo “Yo acuso”, sobre  el caso Dreyfus, que le llevó a la cárcel primero, posteriormente al exilio, y hay quien afirma que a la muerte…

“NANA”, pone en escena a la sociedad decadente y burguesa del II Imperio en la corte de Napoleón III hasta el comienzo de la guerra franco-prusiana (1867-1871), sobrevolando en la representación el personaje de Bismarck y la Exposición Universal…
La primera parte de la novela se sitúa en un teatro de “varietés” con la sobreabundante presencia entre los espectadores de un conjunto de personajes inmenso, componentes todos de un círculo burgués y culto, chismoso y suspicaz que estiman como valiosa moneda el estar más que el ser…detrás del telón hay otro mundo de personajes - inmenso también – que dan vida a su vez a personajes ficticios, a los que no cuesta nada prestarse al ridículo o la impudicia para divertimento de los que asisten a la representación…

Sin embargo, y a pesar de la interesante “obertura”, la lectura se hace lenta -  a veces confusa – pues es tal la cantidad enorme de personajes admirablemente retratados, de escenarios rica y minuciosamente descritos, de pequeños acontecimientos narrados profusamente y en detalle, sin apenas diálogos, que el lector no alcanza a vislumbrar las dimensiones de la tragedia…

El capítulo VI, narrado en dos espacios próximos y distantes a la vez, “Les Fondetes”, la casa de campo de los Hugon en donde extrañamente se reúnen las mejores familias de la sociedad burguesa de París, y “La Mignotte”, un palacio barroco y lujoso que Steiner - un banquero judío -  ha regalado a Nana a cambio de sus favores…Desde ese momento la novela va creciendo, los personajes se agigantan, los escenarios se multiplican, las relaciones se entretejen en una sutil tela de araña en la que el lector queda atrapado…

Hay un momento de sublime belleza – el capítulo XI – en donde el glamour y la riqueza ostentosa de los personajes alcanza su máximo esplendor, enmarcados en otro escenario de grandiosas dimensiones: el Hipódromo, que a su vez es el lugar en donde se propicia la falsedad, los negocios sucios, los guetos, la hipocresía, los vicios más degradantes…y en donde Nana alcanza su máxima gloria y hasta el triunfo en el de un humilde caballo guiado por un ser deforme, que arrastra al deshonor y la muerte a su dueño, uno de sus amantes…


La descripción de la tormenta alcanza un nivel literario difícilmente superable, se presenta de improviso  como un elemento purificador, pero tan veloz que es incapaz de conseguir su efecto…porque a partir de ese momento todo es agonía, descomposición, violencia, vileza, humillación, autodestrucción en suma…hasta que la horrible muerte acaba con la vida de Nana - “la mosca de oro” que contaminada en el arroyo de la vida infecta a todo aquel sobre el que se posa, tal como le había predicho, entre odio y maldad, su enemigo Fauchery – paradójicamente cuidada por Rose - su más enconada enemiga -  acompañada por sus más allegados amigos, y llorada por el conde Mufat, mientras el pueblo de Francia, inocente y exaltado, se prepara para la guerra: ¡A Berlín, a Berlín, a Berlín! 

Pepa Sirvent