martes, 27 de febrero de 2024

 

LA COMUNERA MARÍA PACHECO

-TOTI MARTÍNEZ DE LEZEA-

        

   ESPERANZA (TOTI) MARTÍNEZ DE LEZEA, nacida en Victoria-Gasteiz en 1949, vive en el pequeño pueblo de Larrabetzu (Vizcaya) en compañía de su familia –casada con Alberto Albaizar (m. 1971)–, rodeada de libros y de objetos de artesanía de diversas procedencias.

     Estudió cuatro años de francés en Francia, a continuación, marchó durante tres años a Inglaterra para estudiar inglés y vivió dos años en Alemania para aprender alemán. Es traductora de francés, inglés y alemán, es además guionista de televisión y actriz. En 1977 fundó, en compañía de su esposo, el grupo de teatro de calle Kukubiltxo en el que participó durante cinco años.

 En 1985 comenzó a colaborar en Euskal Telebista, la televisión vasca, escribiendo una serie infantil de trece capítulos. Trabajó, también, en cuarenta programas de video para la Consejería de Educación del Gobierno Vasco. Volvió a televisión y realizó más de 1000 programas para Euskal Telebista con destino a niños y jóvenes.

 Por otra parte, en 1998 inició su carrera de escritora con la novela La Calle de la Judería, después publico: Las Torres de Sancho, La Herbolera, La Abadesa, Los Hijos de Ogaiz, La Comunera (2003), El Verdugo de Dios, La Cadena Rota, Los Grafitis de Mamá, La Brecha, El Jardín de la Oca, Los Placeres Reales, Perlas para un Collar, … Y, en cuanto a literatura para jóvenes, ha escrito El Mensajero del Rey, La Hija de la Luna y Muerte en el Priorato. En el tramo infantil: Nur (inspirado en su nieta) y ocho cuentos bajo el título “Érase una vez”.

 Esta prolífica autora ha sido traducida al francés, alemán y portugués, siendo la escritora española más popular en la modalidad de novela histórica aunque, según Toti, “algunos críticos consideran la novela histórica como un género de segunda”. La autora vasca, cuenta en su haber con diversos premios: Premio Euskadi de Plata (2000), Pluma de Plata (2001) o el Racimo de Oro (2006).

  La Comunera, pertenece al género de novela histórica y se desarrolla, en ausencia de capítulos, siguiendo una cronología entre los años 1490 y 1531 (en la índice queda reseñado el mes y el año del suceso histórico que se cuenta). Y, también, aparece una bibliografía sobre los personajes más relevantes de la revuelta de las comunidades y la vida y época de Carlos I. La narración comienza con la carta auténtica de Juan de Padilla a su mujer, doña María Pacho, escrita la víspera de su ejecución en Villalar el 23 de abril de 1521 y termina con un escrito de la protagonista de la novela, La Comunera, contando las razones de su proceder; si bien, la autora, Toti Martínez de Lesea, confeso en una entrevista que “…en el caso de María Pacheco, es un personaje que existió realmente. Todo lo que hay escrito de ella no llena un folio”.

                                                          COMUNERA

 “Ambiciosa, si, lo soy. Ambicioné la igualdad de las personas, la equidad, el gobierno del pueblo, la libre elección de los gobernantes y el reparto de las riquezas”.

 Comienza la novela en el año 1511, fecha en la que doña María Pacheco (María López de Mendoza y Pacheco), descendiente de los Mendoza y de los Villena, Grandes de Castilla, queda unida en matrimonio a Juan de Padilla (hijo de un regidor de Toledo), un pequeño hidalgo. Se trata de un enlace acordado por las familias y la joven María, en prueba de disconformidad, retira la palabra a su padre por haberla casado con alguien de rango muy inferior al suyo, sin embargo, pronto nacerá el amor entre María Pacheco y Juan de Padilla; finalmente, los dos jóvenes lideraron la revuelta de las comunidades de Castilla, defendiendo los derechos del pueblo contra las tropas imperiales de Carlos I .

 La novela se desarrolla a caballo de unos hechos históricos, por esta razón, su lectura se hace vertiginosa, sobre todo, cuando estalla el enfrentamiento por las necesidades económicas del joven rey (para  proclamarse Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V)  y la negativa del  pueblo castellano, muy sangrado fiscalmente,  a los nuevos impuestos;  por otra parte,  muy encolerizado junto a los nobles, al principio de la  rebelión (después, la nobleza apostaría a seguro ganador), por los nombramientos extranjeros del Rey para gobernar el país. Finalmente, la Guerra de las Comunidades terminó con la subida al cadalso de los comuneros: Padilla, Bravo y Maldonado.

 Cuenta la historia que cuando Juan Bravo oyó decir en el pregón que los degollaban por traidores, se volvió al pregonero-verdugo y le dijo: “Mientes tú, y aun quien te lo manda decir, traidores no, más celosos del bien público si, y defensores de la libertad del reino”. La nota cristiana de aquel dramático momento la puso Padilla: “Juan Bravo, ayer era día de pelear como caballero, y hoy de morir como cristiano”. Los restos de Bravo y Maldonado, fueron trasladados a Segovia y Salamanca, respectivamente, donde fueron sepultados. Los de Padilla se llevaron provisionalmente al monasterio de La Mejorada (Olmedo) y nunca volvieron a Toledo, probablemente como venganza del Rey ante la persistencia rebelión de Toledo, de mano de María Pacheco.

 Otro aspecto importante de la novela son los personajes secundarios, muy bien dibujados. La escritora echó mano de ellos para retratar la ciudad, vida  y costumbres de los toledanos, incluso el trabajo y la dedicación de los sirvientes. María Pacho, en sus últimos instantes de vida, elogió a la fiel Zaida: “Cocinera y…compañera, madre y hermana”;  de la dignidad y categoría de la señora Valenzuela, como dama de compañía, lo dice el regalo que le hicieron los compañeros de trabajo, “…un frasquito de agua perfumada”; el personaje del impresor, Francisco Serrano, nos enseña quienes eran sus clientes y qué encargos de imprenta le hacían, también, sabemos por él los condicionamientos económicos, sociales y religiosos de la época; en aquel tiempo, tener cerca un hombre fiel, valiente y diestro con las armas, como Pedro Sosa, se valoraba mucho; los dos médicos de la novela, doctores Martínez (castellano) y Ahmad Ibn al-Barazi (árabe) dejan patente en la novela, entre otras cosas, la superioridad de la medicina árabe sobre la castellana.

 Finalmente, la visión que trasmite de aquella España la autora, a través de María Pacheco –protagonista de La Comunera– no puede ser más triste y pesimista, desengañada porque en la Guerra de las Comunidades quien realmente ganó fue el poder político y económico de Carlos I. La capitulación en Villamar lastraría a los perdedores durante varios siglos, por esta razón, la sombra de la derrota se alargo hasta nuestros días: “El 15 de marzo de 2015 fue inaugurado en Toledo el monumento a Juan de Padilla en la plaza que ocupaba el solar en el que se levantaban sus casas. De este modo se ponía fin a un anhelo de la ciudad castellana, que había visto cómo hasta en siete ocasiones el intento por erigir este homenaje había fracasado.”

 BAUTISTA PÉREZ