viernes, 26 de abril de 2013

LA TESIS DE NANCY- Ramón J. Sender


La tesis de Nancy es una novela epistolar. Nancy es una joven norteamericana estudiante de lenguas románicas que pasa un año en Alcalá de Guadaira con el propósito de tomar notas para su tesis.
A través de las cartas que escribe a su prima Betsy vamos conociendo las anécdotas de su estancia en Sevilla, sus aventuras, su romance con el gitano Curro, las personas y lugares que va conociendo.

El autor, Ramón J. Sender, en una nota previa al comienzo de las cartas, aparece como amigo de Betsy. Ella es quien le pasa las cartas de su prima, que él traduce y publica porque las encuentra divertidas.

En las cartas se manifiesta la variedad y riqueza del vocabulario castellano y los equívocos y malentendidos por las diferencias entre el castellano estudiado por Nancy y el dialecto andaluz y más específicamente el de los gitanos, que la llevaban a interpretaciones erróneas.

También se refleja en ellas el mundo pasional de los gitanos, aunque en algunos casos son reacciones que forman parte de un guion en un intento de mantener la leyenda que existe sobre ellos, y de la que se sienten orgullosos.

Por otra parte, Nancy va descubriendo en ella sentimientos y reacciones primarias que no creía tener, pero que la sorprenden y halagan, aunque al final, prevalece su lado más realista y práctico y abandona todo sin despedirse y vuelve a Pensilvania a casarse con su primer novio, Richard.

La novela consta de diez cartas, todas ellas plagadas de chistes, bromas, anécdotas y chascarrillos, en las que se va viendo la evolución de Nancy y sus amores, en muchas ocasiones, con escenas típicas de las novelas de enredo

«LA TESIS DE NANCY es una crítica mirada a la España de su tiempo, que Ramón J. Sender hace desde los ojos de una sorprendida estudiante norteamericana. Refleja a la vez la tradición y la modernidad de un país que se abría tímidamente al mundo desarrollado pero que guardaba todavía, en algunos momentos como un tesoro, pero en otros como un lastre, el profundo poso de siglos de costumbrismo difícil de asumir, interpretar y comprender, no sólo para el viajero entusiasta como Nancy, sino para muchos españoles a los que avatares de su vida y de su nación habían llevado, como a Sender, a un exilio forzado o voluntario.»

 Es un libro divertido por los equívocos graciosos a que dan lugar las interpretaciones del vocabulario, giros, expresiones…

Como critica menos positiva diría que se ve demasiado al autor tras la protagonista. El gran conocimiento que manifiesta tener Nancy sobre historia, antropología, mitología…no casa muy bien con esta chica tan joven, ingenua y norteamericana.

EL AUTOR

Ramón José Sender Garcés, tras acabar el bachillerato, con diecisiete años, se escapó a Madrid, en donde falto de recursos, vivió como un vagabundo. Comenzó a escribir para algunos periódicos y trabajó en una farmacia. Su padre le recogió y le llevó a Huesca, trabajando allí como director del periódico La Tierra. Tras pasar por el ejército en la guerra de Marruecos, comenzó a trabajar en el periódico El Sol, como articulista y corrector, y también comenzó a escribir libros y colaborar en periódicos, alcanzando en poco tiempo reconocimiento. Intervino en revueltas anarquistas, lo que le llegó a costar la cárcel. Durante la Guerra Civil, combatió en el lado republicano, y fue enviado a Estados Unidos y Francia a realizar labores de propaganda. Finalizada la guerra, se exilió a México y de allí en 1942 marchó a Estados Unidos, obteniendo una plaza de profesor de Literatura Española en la Universidad de California en San Diego. En el año 1935, obtuvo el Premio Nacional de Literatura en su modalidad de narrativa, y en 1969, el Premio Planeta.
Fue un escritor muy prolífico, cultivando la narrativa, el ensayo y el teatro.
 
Isabel
 
Os recuerdo que podeis ampliar datos sobre el autor y su obra en el enlace de este blog "El poder de la palabra"

 





 

miércoles, 24 de abril de 2013



Manifiesto del Día del Libro a cargo de María Dueñas

23 de abril, Día del Libro en Castilla-La Mancha 2013

Bibliotecas, librerías, clubes de lectura. Clásicos y novedades, incunables y bestsellers. Escritores vivos y escritores muertos, nacionales y extranjeros, novatos y premios Nobel. Todos tienen algo que ofrecer en un día del libro. Todos ellos tienen algo que aportar a los lectores.

Los lectores, nosotros. En un sábado tranquilo de sofá y lluvia en las ventanas, al borde del mar en una tarde de verano o en un largo viaje en tren, cada cual asimila a su propia manera lo que lee y así se convierte en un intérprete irremplazable que se sumerge entre las páginas con una mirada propia y original.

A lo largo de los últimos años, recopilando las impresiones de los muchísimos lectores que se me han acercado en encuentros y firmas, he ido poco a poco elaborando un catálogo de perfiles tremendamente variados. Lectores de todo tipo y condición, lectores comunes y a la vez especiales, cada uno con su propia idiosincrasia. Como ustedes. Como yo.

A veces he encontrado lectores con rasgos detectivescos que buscan pistas y atan cabos por sí mismos antes de que el argumento los resuelva. A menudo me he topado también con lectores cinematográficos: aquellos que traducen las escenas a fotogramas con una inmensa facilidad. Hay también lectores románticos, que absorben la lectura a través del corazón. Lectores compasivos que sufren con los personajes, ríen con sus alegrías, disfrutan eufóricos con sus triunfos y sangran por sus mismas heridas. Lectores currantes y voluntariosos que se trabajan las líneas una a una: subrayan, memorizan frases, recurren al diccionario en busca de términos desconocidos y a la Wikipedia a la caza de datos ignotos. Lectores compulsivos que roban horas al sueño, retrasan obligaciones y, a veces, absortos, hasta se saltan las paradas del autobús. Lectores viajeros que recorren con su mente los mapas de los territorios transitados, reconstruyen las ciudades y, a veces, incluso se lanzan a emprender viajes reales a los destinos en los que transcurren las novelas. Lectores soñadores que se ven a sí mismos dentro de los personajes, vistiendo sus ropas y besando a sus amantes, durmiendo entre sus sábanas y sudando por su piel. Lectores disfrutones, lectores sanados, lectores analíticos, justicieros, desafiantes, ansiosos, reincidentes, conversos, nostálgicos…

Mi catálogo contradice ese axioma que afirma que sólo existen dos tipos de lectores: los buenos y los que no lo son. Discrepo abiertamente. Todos los lectores son buenos, cada uno a su manera. Todos son valiosos y meritorios, todos contribuyen a que la lectura nunca nos deje de fascinar.

A ellos brindo en el Día del Libro de 2013 este pequeño alegato a favor de la subjetividad y la individualidad irreductible de cada uno al abrir un libro. Sea cual sea el que ustedes tengan a su lado en estos momentos, la magia está en dejarse seducir.

María Dueñas, abril 2013

viernes, 12 de abril de 2013


EL LADO FRÍO DE LA ALMOHADA. Belén Gopegui

Nuestro club tiene la osadía de calificar las lecturas que comentamos.El propósito es ayudar con nuestras notas en la selección de libros ,por parte de la biblioteca, de un modo especial los destinados a los clubes de lectura. Pues bien, en esta ocasión,la nota media del libro que nos ocupa no ha llegado al aprobado aunque quizás por eso suscitó una animada discusión.
Nos ofrece su punto de vista sobre esta obra el compañero BAUTISTA

                                
Las dificultades de la revolución cubana son el principal protagonista  de esta novela. En ella aparece, desde mi punto de vista, el sueño o lado caliente de la almohada de unos cubanos que, con tono zumbón y sentido del humor –como dice una de las protagonistas-, “son alimentados con programas de la televisión cubana sobre lo que está intentando Cuba” (página 235); cuando, la cruda realidad, el lado frío de la almohada queda patentemente demostrado como expresa uno de los personajes: “…no hay mucha carne, faltan casas, muchos jóvenes tienen que vivir en casa de sus padres y con sus cuñados. Cada vez hay más trampas!” Una fotografía que retrata de forma nítida el entonces y el ahora de los cubanos.

 
Y, dentro de las negociaciones entre cubanos y americanos, también aparece una historia de amor dual, dos caras: el yin y yang, caliente y frío.  El lado caliente y frío de esta historia amorosa, entre Philip y Laura, está claramente representada. Para mí, Laura es el lado caliente de la almohada, sobre todo, cuando dice: “Hoy he vuelto a mirarle sin que él me viera a mí…” Toda una declaración de amor. Philip en cambio- esa es mi apreciación- encarna el lado frío de la cabecera: el atardecer de la vida, la desilusión de una carrera, la frustración de un matrimonio,...

 

El desarrollo de la novela deja adivinar que la pareja, obligada por una serie de errores, optará por el lado frío de la almohada,  el lado que se corresponde con la destrucción y la soledad.

 
Para terminar, decir que esta obra  de Belén Gopegui  no me ha enganchado, ni por el  tema ni por el estilo. La construcción de las frases es  complicada; ejemplo: “grandes suelas gruesas” (página 19) o  “había oído la voz de Hull, lo que la voz decía pero también la voz. Y había sabido”. Algunos diálogos, me han sonado vacíos, como ficticios.

Como la propia autora califica a los sueños, esta novela es “fragorosa” En definitiva  no me ha llegado, se me olvidará pronto.

 


 

   

 

martes, 2 de abril de 2013


EL VIAJE DEL ELEFANTE.José Saramago


Como en otras ocasiones y ya es reiterativo, la reunión del club ,para comentar el libro que nos ocupa, se convirtió en una abundante y variada expresión de puntos de vista sobre el contenido del mismo. El club tiene la magia de ensanchar los horizontes de cada lector en un grado que solo se entiende  cuando se experimenta.En esta ocasión y dada la categoria del autor vamos a darle la palabra, en este blog,para que nos recuerde el origen de la obra y sepamos algo de lo que para él era lectura.


«Este relato surgió hace unos diez años, en Salzburgo. En un restaurante precisamente llamado El Elefante vi un friso de pequeñas esculturas figurando la caminata de un elefante desde Lisboa hasta Viena [...] No es una novela según nos hemos acostumbrado a entenderlo. Lo llamaría "cuento", una designación no menos noble que la de novela y que incluso tiene una tradición más antigua.»

«Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea en que yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo lo determina él. Lo que no quiero es que se quede en la superficie de la página. Cuando alguien está leyendo en una lectura y levanta la mirada como si estuviera aprendiendo con mucho más intensidad lo que acaba de leer, es el momento en el que ese alguien está totalmente involucrado, como si pensara: esto es mío, esto tiene que ver conmigo. Uno saca de la lectura lo que necesita.»

«En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que soy hoy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser.»

«La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo.»

«Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar en un estante, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?) también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más y nada menos, la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y a tratar de contarles lo que nosotros mismos somos. Los buenos libros, que es de lo que aquí se trata, están hechos con la honestidad y el trabajo del autor, luego hay que tratarlos también con honestidad y sin regatear esfuerzos.»

«Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.»
 
LA OBRA
 
El libro está escrito en clave de fábula.  El dato histórico está tomado como un motivo para el arranque de la novela. A partir de ahí, lo que el propio autor  considera como cuento, puesto que se impone la ficción. El elefante se llama Salomón; aunque en su nuevo destino lo llamarán Solimán.
 
Es una historia hecha a medida de este animal  que es el que organiza el mundo a su alrededor.Se nos muestra como los hombres, grandes y pequeños, del humilde cornaca al Archiduque son transformados por la experiencia.
 
Saramago expone en esta novela su visión crítica de la condición humana y el escepticismo con el que contempla conceptos como el poder, la patria, la religión. Alrededor del elefante se mueve una sociedad de ignorantes que viven del fingimiento; de hipócritas que sólo valoran las apariencias; de frailes que invocan milagros; de cortesanos ociosos; de campesinos pobres. Para que las cosas fueran mejor, el compromiso que plantea el libro no es demasiado exigente: "Si todo el mundo hiciera lo que puede, el mundo sería, con certeza, mejor" (Es ésta una de las muchas frases que van interpretando el tejido de la historia)
 
La obra está llena de ironía, sarcasmo y humor.Hace recordar, salvando las distancias, las andanzas de Don Quijote y Sancho
 
El Nobel portugés no renunnia a sus caprichos sintácticos : escribir a renglón seguido sin  hacer diálogos ni usar mayúsculas más que al comienzo de cada oración, pero no es obvice para seguir bien la lectura.
 
El viaje del elefante es, sobre todo, una lección de estoicismo. Paciente y sereno, el animal realiza ese viaje con la aceptación tranquila del infortunio. Saramago muestra su solidaridad, como en otras novelas, hacia quienes se ven atropellados por la desgracia o por el capricho de los que gobiernan. Sus vanidades resultan ridículas ante la mole pausada del elefante, sabio y escéptico.
 
El viaje del elefante  puede interpretarse también como una alegoría del viaje de la vida- aportación de nuestro compañero Bautista-. Al ser humano, que transita entre ambiciones, desconocimiento, mezquindades y deseos inútiles les aguarda el final, como al elefante. Saramago, que ha ya tenia más de  ochenta años, cuando escribe esta obra, cita desde el principio el Libro de los itinerarios: "Siempre acabamos llegando a donde nos esperan".

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