sábado, 15 de febrero de 2014


TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS.

BOHUMIL HRABAL


Ponemos, más abajo, el comentario completo de Gloria sobre este libro aunque, en esta ocasión, el comentario  tiene que ser  coral porque  ha habido tantos  y tan distintos punto de vista sobre él que es la mejor manera de reflejar el pensamiento del club.

◊ Para algunos  es un libro desconcertante porque bajo una apariencia irónica y estrafalaria subyace un fondo trágico.

◊ Para otros hay una carencia de sentimientos y emociones; describe como si estuviera contemplando un cuadro, a distancia, con frialdad. Da la impresión de que banaliza las situaciones, las describe siempre desde fuera, mirando por la ventana. Para  María Masía, Bohumil Hrabal ha utilizado en esta obra la ventana como metáfora y símbolo:

● La ventana que encierra, por la que se ve siempre lo mismo, el pequeño pueblo oprimido, limitado, que no puede escapar de sí mismo.
● La ventana que, en esta obra, aparece cerrada la mayoría de las veces. Una ventana cerrada limita los sentidos, no se perciben los olores, ni sonidos, y solo se ve a través del visillo. Se observa el mundo a través de los cristales pero sin conectarse  con él.
        A través de las ventanas se puede ser espectador de historias ajenas, particulares o universales.El atractivo de la ventana que personifica la mirada, la curiosidad, la indiscreción, la espera, el miedo...gran parte de lo que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas, habrá sido mirado a través de alguna ventana
     ● La ventana fuente de inspiración para músicos, novelistas, pintores. Entre estos últimos podríamos citar a Vermeer, Fiedric, Dalí...

◊ Alguien del grupo expresa que el protagonista  no parece interiorizar lo que implica la invasión alemana, lo que se califica como de una gran simpleza.

◊ Hay quien ha destacado su  amor a la naturaleza. Aparecen variedad de animales en escenas importantes del libro así como referencias a los árboles, la lluvia…

◊ Otra participante apostilla que quizás las anteriores apreciaciones sobre la obra sean expresión del carácter particular del autor.Así expresa como era su carácter ya desde niño, en su obra La pequeña ciudad donde el tiempo se detuvo: “Oh que suplicio representaba para mi esa casa que me obligaba a salir aunque fuera por la ventana abierta o cerrada, por las paredes; quería marchar; fuera, lejos, allí donde me llamaban y me hacían señas las ramas de los viejos tilos y castaños, a donde me llamaba la lluvia, golpeando en el cristal y el viento que zumbaba a través de la ventana abierta”

En otra de sus obras :  Quien soy yo:   Nunca, ni en sueños, se me hubiera ocurrido desear o intentar cambiar los acontecimientos políticos que me ha tocado vivir. Nunca he deseado cambiar ni el lenguaje ni el mundo y si he citado a Marx o a Rimbaud o a Mallarmé, fue siempre porque deseaba cambiar lo que tenía a mi alcance, esto es, a mí mismo”  Da la impresión que su compromiso se centra en cada hombre, en concreto y en particular más que en la Humanidad en general.

Esta es la opinión de Gloria sobre la obra:

“A mí la primera lectura de este libro me ha parecido un conjunto de anécdotas ingeniosas, hilarantes, ingenuas con las que va definiendo al protagonista de esta novela, Milos Nrma, un joven aprendiz de factor ferroviario.

Va narrando hechos, que  no delimita bien cuando han ocurrido, con recuerdos de otros momentos de su vida.

 Mezcla escenas terribles de las consecuencias y desastres de la guerra (derribo de un caza nazi..., estado en el que queda un tren bombardeado..., descripción de la situación en la que se encuentra después de haber atentado contra el tren rigurosamente vigilado cargado con municiones) con datos irrelevantes que minimizan la gravedad de lo que está contando (la gente corre a recoger la chatarra, su padre corta 60 tubitos de los conductos del combustible y los une como si fueran un instrumento musical, que después colocó junto a su lápiz metálico; se fija en una carta, en la lengüeta de unas botas...) Me dejó completamente desconcertada, tuve que dejarlo varios días, no era capaz de comprender que había querido transmitir el autor.

En una segunda lectura  es una novela que me ha gustado mucho, sobre todo por cómo está contada, por el punto de vista desde el que define a los personajes y describe los hechos.

Para mí es un relato surrealista, contradictorio, poético y a la vez prosaico de lo que piensa, siente y vive Milos.

Es sobre todo un "libro de imágenes": vivas, frescas, divertidas, como si fuera un comic de lo que piensa y de lo que ocurre.

Me ha gustado la descripción de los personajes, del propio Milos, de su padre, de su abuelo, de su bisabuelo; del factor Hubicka, del jefe de estación, de Masa...
Me ha parecido interesante como lleva a cabo la narración de los hechos, mezcla ternura, ingenuidad, humor, ironía con datos terribles:

- El abuelo pretende detener la invasión nazi hipnotizando a los soldados..., muere decapitado

Los episodios que me han parecido más divertidos:

- El relato que hace de la relación que han mantenido una noche de guardia el factor Hubicka y la telegrafista Zdenicka; por un lado parece que les van a formar un expediente, por otro, para en la estación un tren para ver cómo está el factor (lo que se mezclará con la afición a pintar "marinas" del maquinista del tren); por otro el jefe de estación le dará la enhorabuena por la hazaña de parte del conde Kinsky y para terminar de rematar la hazaña, la explicación que da Zdenicka a los inquisidores no tiene desperdicio: "Esa noche nos aburríamos y nos pusimos a jugar a las prendas".

- Cómo supera los problemas con su mujer y las tensiones en el trabajo el jefe de estación gritando hacia el patio interior...

- El planteamiento que hace Milos a la mujer del jefe de estación para superar sus problemas de eyaculación precoz es apoteósico y la respuesta de la mujer es genial, tierna, humana, "soy menopaúsica, ya no puedo ¿? dar respuesta a estas cosas, pero eres un hombre..." todo ello mientras va cebando a los gansos.

- La descripción de la relación que Milos mantiene con Viktoria Freire en el despacho del jefe de estación para superar definitivamente su problema.

Me ha encantado la descripción que hace del movimiento constante y continuado de la estación de ferrocarril. Me ha recordado los viajes en tren cuando era pequeña, los transbordos, los retrasos de los trenes, las salas de espera, las ventanillas de billetes. Recuerdo los trenes de pasajeros, los trenes de mercancías, los trenes de cercanías, todos de madera, sin puertas ni cristales en las ventana, y también lo divertidos y entretenidos que eran los viajes en tren (aunque esta es una nostalgia añadida, no está en el relato).

En resumen creo que es un hombre que fija su mirada en las cosas sencillas, en la naturaleza, en el hombre concreto, no en el ser humano, que no elabora las ideas sino que pinta el cuadro, lo que ha visto.

Incluso creo que sería mejor expresarlo, que ve la vida y lo que en ella ocurre como en una foto, es un instante, el antes y el después tienes que imaginártelo porque él no te lo cuenta, es como si no le interesara.

Me da la impresión que tiene la perspectiva, la mirada de un humorista, todo son gags, se fija solo en los datos cómicos, chocantes, absurdos, o que ponen de manifiesto lo que hace reír, me da la impresión que ese pudiera ser uno de sus objetivos”

GLORIA ESPINILLA



sábado, 1 de febrero de 2014



TRANVÍA A LA MALVARROSA. Manuel Vicent

En esta ocasión dejamos constancia de dos comentarios al libro que nos ocupa,que se califican por si mismos y que, de algún modo, son complementarios. Gracias a Juan y a Pepa por su aportación.


En el  vetusto y ruidoso tranvía en el que suele viajar su inalcanzable Dulcinea, el autor nos invita a acompañarle en dos trayectos en apariencia diferentes pero muy relacionados entre sí.

El uno es un viaje iniciático por su adolescencia y primera juventud: su evolución en materia religiosa, sus primeras experiencias sexuales y su
paulatina concienciación política; vivencias éstas que si bien son totalmente personales e intransferibles no por ello dejan de tener, de una u otra forma, paralelismo con las de cualquier lector, sobre todo si éste pertenece a una generación próxima a la de aquel.

El otro trayecto es de carácter general y nos lleva a la Valencia –o a la España– de los años cincuenta cuando la dictadura franquista, a pesar de estar en pleno apogeo, empezaba a encontrar cierta contestación en ambientes estudiantiles y obreros.

En otro orden de cosas la novela es –al menos así la veo yo– una total
exaltación de los sentidos.

El de la vista se recrea en la incomparable luz del cielo valenciano y en la alusión a películas del momento de las que Vicent parece ser asiduo; el gusto está representado por las numerosas menciones que hace de comidas: carnes, mariscos y, sobre todo, a las paellas, desde las humildes de los chiringuitos hasta la que Franco come con sus aliados americanos; el sentido del olfato, lo recrea, por ejemplo, en los diferentes y profundos olores que encontraba en su ruta cotidiana hacía la universidad, cuando las ciudades olían a algo más que a gasolina o humo de los tubos de escape y de calefacciones; el tacto, lo relaciona con algunos curas “sobones” o con su iniciación sexual; pero es sobre todo el oído el que se ve desbordado por un aluvión de canciones y ritmos, canciones omnipresentes en toda fiesta popular y, sobre todo, en la radio; una radio que suplía la falta de libertad y de opinión a base de emitir horas y horas boleros, pasodobles, coplas y otros ritmos del momento.


La galería de personajes que Vicent nos muestra es de lo más pintoresca y que, a pesar de ser reales, parecen sacados de una película de su paisano Berlanga.

Sirvan como ejemplo éstos:

Vicentico el Bola; asiduo visitante de los prostíbulos de la zona e inveterado bromista capaz de jugarse el tipo frente a la dictadura,cesando y nombrando alcaldes pueblerinos por mero divertimento.

El Semo, violador y asesino confeso poseedor de un intelecto parejo a un australopiteco medio, que sólo se aviene a bien morir en el garrote cuando el cura de la prisión le jura que en el cielo podrá hartarse de paella todos los días.

El capitán general Ríos Capapé, tiranuelo representante regional de la
dictadura que utiliza el ejército para despejar a punta de fusil la playa para uso exclusivo de él y de su harén, o que ordena a la guardia rendir honores militares a su eventual amante, Celia Gámez, cada vez que ésta acude al palacio de Capitanía.

Todo esto y mucho más encierra la novela en poco más de doscientas
páginas,y ese "mucho más" lo han expresado mis compañeros del Club que, como siempre en los coloquios, saben exprimir hasta la última gota de zumo a esta, para mí, magnifica naranja valenciana.


Y ahora la aportación de Pepa:


Mi contacto con el autor, se remonta a los años ochenta y noventa, y a sus columnas en el diario El País.

Tranvía a la Malvarrosa es una larga “crónica” sobre sí mismo, su origen, su familia, sus estudios, su desarrollo personal, emocional y social, su pueblo con sus costumbres y tradiciones, la vida en Valencia, su inmersión en ella y sus descubrimientos, el lento devenir de su formación humana y de su evolución ideológica, así como de todos los elementos confluyentes en ellas, del descubrimiento del sexo y del amor, y todo ello situado y contextualizado en una época histórica en la que todos aquellos que ya hemos cumplido los sesenta años, conocemos y nos reconocemos…

Escrita en un lenguaje sencillo y comprensivo, rico en matices y colorista, la superior riqueza del texto radica en esa prosa poética con la que nos presenta las imágenes…porque sustancialmente, la novela es “un enorme fresco” abigarrado de personas y de espacios, pero en el que también se pueden ver y tocar elementos intangibles: el color, los sabores, los olores y los perfumes, los sonidos, las sensaciones y los temores…el placer y la duda, la muerte con todas sus experiencias…un cuerpo que vuela en caída libre desde el trampolín a la piscina, la resaca del mar, o el golpe seco del taconazo de un militar…Imágenes en las palabras o palabras que se transforman en imágenes…Y como complemento para el decorado o los efectos especiales, la música y sus representantes, los libros y sus autores, y el futbol y sus actores…

Tranvía a la Malvarrosa es una novela llena de pequeños tesoros…

Pepa Sirvent

Gloria, muy a propósito,nos aporta este artículo del autor cuya lectura invita a acompañarle en una profunda r eflexión:


                                          INMERSIÓN



No eres más que un poco de agua salada. En eso consiste tu esencia. La humanidad es otra forma de mar, y la sabiduría estriba en conocer o explorar precisamente el mar que cada uno lleva dentro. Si quieres ser libre, ponte cómodo. Siéntate en tu sillón preferido, y mientras las gaviotas se quedan gritando sobre tu cabeza en el cielo de la habitación, deja que la mente se sumerja con lentitud en las cavernas submarinas de tu carne. Relájate, hermano. Tienes el pecho lleno de peces rojos cuyas escamas iridiscentes te iluminan a ráfagas el ánfora del corazón recostado en un banco de arena. El alma es una suave deriva interior, una corriente de agua azul que te traspasa. La máxima profundidad que puedes alcanzar con el pensamiento nunca irá más allá de la planta de los pies, pero bajando con el pensamiento hasta ellos, convertida la altura de tu cuerpo en una sima acuática, tal vez descubrirás en el camino grutas y quebradas interiores donde algunos escualos oscuros se confundirán con tus deseos, y las algas en las vísceras condensarán la última luz de tu cerebro cuando esté a punto de posarse en el fondo.

Esta inmersión es un buen ejercicio para sacudirse de encima el yo, ese rey que suele elegir como trono la boca de tu estómago. Dilúyelo en agua salada y expúlsalo luego por la sentina. Saber que cualquiera es mar tiene también otra cualidad: uno navega a los demás seres cuando les ama. No pienses, no esperes nada, intenta experimentar el tiempo a modo de suave marea que te conduce hacia aquella bahía siempre prohibida que soñaste un día, y una vez allí espera a que las olas rompan contra tu memoria. Si quieres ser libre intenta refugiarte en el litoral de ti mismo. Para eso basta con que te sientes en tu sillón preferido, cierres los ojos y escuches el mar dentro de ti. Entonces deja que la memoria se vaya sumergiendo con suavidad en el agua de tu cuerpo hasta que alcance la profundidad de los talones. Allí están naufragadas desde tu infancia algunas monedas de oro.

MANUEL VICENT