LA PUERTA (1987 ) - MAGDA
SZABÓ ( 1917- 2007 )
MAGDA SZABÓ, escritora húngara, nació en 1917 en la ciudad de
Debrecen, en la que sus padres, pertenecientes a la burguesía y a la élite
intelectual, ejercían de juez, su padre, y de pianista su madre. En 1977
recibió la escritora el título de CIUDADANA DE HONOR de su ciudad natal.
Estudió en la universidad de su ciudad natal, pero vivió y
trabajó hasta su muerte en Budapest, de cuya ciudad recibió también el título
de CIUDADANA DE HONOR en 2006.
Entre 1947 y 1982 estuvo casada con TIBOR SZOBOTKA, escritor,
ensayista y guionista, igual que ella, y ambos profesores en la universidad.
Durante la década comunista
de su país, al término de la 2ª Guerra Mundial, ambos fueron represaliados y
expulsados de la universidad, dedicándose a la traducción al húngaro de otros
escritores extranjeros y a dar clases de filosofía en la escuela elemental.
Durante este periodo, como disidentes del régimen político, ejercieron una
oposición pacífica integrada en el GRUPO NUEVA LUNA, comprometidos a no escribir
ni publicar libros, no pintar ni exponer, no escribir música ni celebrar
conciertos e incluso a no tener hijos.
Sus primeros escritos tratan, en plan de protesta, sobre la
represión soviética en Hungría. Su primer libro – EL CERVATILLO, escrito en 1959
– es una crítica soterrada al régimen comunista en Hungría. Al ser traducido y
dado a conocer en Alemania, la autora se convierte, abiertamente, en una
disidente difícil de acallar.
Muchas de sus novelas tienen inspiración autobiográfica. En
ellas habla de la dificultad de la mujer para su incorporación a la
sociedad y al mundo laboral, de las
dificultades en las relaciones personales y laborales, exponiendo su punto de
vista personal en temas relacionados con la Religión, Política, la educación en
la escuela, el suicidio, Derecho a decidir sobre la vida propia y la muerte,
etc.
Entre sus novelas destacan LA BALADA DE IZA, escrita en 1963,
CALLE KATALIN, de 1969 y LA PUERTA. Varias de ellas han sido llevadas al cine.
Considerada una de las mejores escritoras húngaras, recibió
el reconocimiento de su país al serle otorgada en 1997 LA ESTRELLA DE LA ORDEN
DEL MERITO CIVIL DE HUNGRIA, y ser elegida miembro de la ACADEMIA EUROPEA DE LAS CIENCIAS Y LAS
ARTES. Como escritora, en los géneros de novela, teatro , ensayo y cuento,
recibió los premios KOSSUTH en 1978 y FEMINA en 2003, al mejor libro
extranjero.
LA PUERTA, escrita en 1987, constituye un análisis, de gran
finura y delicadeza, de la relación personal entre dos mujeres: la propia MAGDA
SZABÓ, autora y narradora de la novela, y EMERENC SZEREDAS, quién fuera,
durante veinte años, señora de la limpieza en casa de la escritora.
La necesidad, por parte de la autora, de encontrar una
persona que le ayude en las tareas del hogar, y la fuerte personalidad de Emerenc,
tratando de imponerle las condiciones laborales y salariales además de las
costumbres familiares en el hogar, cohíben, en principio, a la escritora, al
crear una situación en la que las relaciones de poder parecen estar invertidas.
El paso del tiempo y el conocimiento mutuo entre ambas
mujeres, terminara por establecer entre ellas una auténtica relación materno –
filial.
La novela está dividida en 23 capítulos, que muestran, aunque
no de forma cronológica, diversas escenas de la relación entre ellas, en las
que vuelcan sus opiniones y actitudes
personales con respecto a diversas materias, como política en general,
actitud personal en los distintos regímenes políticos del país, condiciones de
vida de los ciudadanos, religión en general y relaciones con las instituciones
eclesiásticas, sobre el respeto al derecho a decidir sobre la propia vida y
sobre la muerte, sobre los afectos, el amor y la pasión, sobre la admiración y
la tolerancia, y sobre el arte, en general, y sobre el cine en particular. Las
delicadas condiciones de vida de Emerenc en su infancia y en su juventud – con
trágicos sucesos familiares – y posteriormente, en su vida de adulta, los ira
conociendo la autora a través de terceras personas, familiares en su lugar de
nacimiento y vecinos, familiares y amigos del barrio en el que viven.
Comprenderá las causas que han conducido a Emerenc hasta la condición de
crítica y radical que ostenta.
El capítulo 1º ocupa una serie de reflexiones de la autora.
Han transcurrido ya bastantes años desde la muerte de EMERENC – su criada -, de
TIBOR – su marido -, y de VIOLA, su perro.
Desde la muerte de Emerenc, Magda padece, frecuentemente,
sueños, siempre recurrentes, en los que, invariablemente, se encuentra al pie
de la escalera de su casa, oyendo el sonido nocturno de la sirena de una
ambulancia que se acerca, intentando abrir una puerta fantasma en la que nunca
consigue introducir la llave en la cerradura, y pidiendo auxilio sin que,
nunca, nadie acuda en su ayuda.
“Hoy – dice la escritora – estoy convencida de que yo mate a
Emerenc. La imagen de aquella puerta que solo yo pude traspasar, de aquella
mujer que creía más en mí que en el Creador, y de mí misma que pequé de
vanidad, creyendo comportarme de forma prudente, justa y bondadosa, nunca
consigo apartarla de mí”.
“Como nuestro Dios nos absuelve sin pedirnos detalles ni
explicaciones, es por lo que hoy he decidido escribir este libro: Para dar
explicaciones. No a Dios, sino a los hombres. He vivido con valentía hasta
ahora y espero morir así : Con coraje y sin mentiras. YO LA MATE. QUERIA
SALVARLA. NO DESTRUIRLA. PERO ESO NO CAMBIA NADA.”
El capítulo 23º es como un espejo del 1º: De nuevo el sueño
recurrente.
Algunas reflexiones de la autora sirven de guía para ver la
evolución de sus sentimientos:
“Durante los primeros cinco años estuvimos muy distanciadas.
Nuestra relación se reducía a lo estrictamente necesario. Su servicio era
intachable. Emerenc era una persona capaz de inspirarme los sentimientos más
nobles, pero también de despertar en mí un odio
irracional. Por entonces. Yo era una escritora joven y falta de
experiencia para comprender la personalidad de esa mujer, imprevisible,
indomable y, en ocasiones, brutal, dotada de unos sentimientos cargados de
pasión. Siendo, como éramos, tan diferentes, no comprendía que pudiera quererme
tanto”.
TODO EL MUNDO SE FIABA DE EMERENC, PERO ELLA NO SE FIABA DE
NADIE. Tras su fracaso sentimental, confesaba: “El barbero me enseñó a
desconfiar y a no compartir mi patrimonio con nadie. Nunca más permitiré que
nadie robe mi casa, ni mi cuenta bancaria, ni la integridad de mi alma”. A
partir de ese día, solo a Magda le estuvo permitido traspasar la puerta de su
intimidad y descubrir el secreto de su vida.
Conocí, en visita al lugar de su nacimiento, la triste historia
infantil y juvenil de Emerenc, la muerte de sus dos hermanos, gemelos –
abrasados -, y de su madre, por suicidio. A partir de ese momento se juró
dedicar su vida entera a lograr construir un mausoleo en su pueblo, en donde
poder dar digna sepultura a su familia. Visité aquellos lugares donde vivió,
ahora abandonados, ignorando cuantos sueños e ilusiones se hallaban allí
enterrados y cuanta sangre en ellos habría sido derramada”. En ese instante
comprendí, como nunca antes – confiesa la autora – el pasado reciente de mi
país.
RELIGION. Emerenc se enfrentaba a la institución eclesiástica
con pasión. Tanto a los sacerdotes como al propio Dios y a todos los personajes
bíblicos. Solo se libraba San José, en su condición de carpintero, igual que su
padre. “Mi madre solía decir – repetía Emerenc – que mis hermanos y yo eramos
hermanos de Cristo, por nuestra condición de ser hijos de carpinteros y
ebanistas”.
“Como yo vivía intensamente las fiestas religiosas de Navidad
y Semana Santa – sigue diciendo la autora - , sin necesidad de palabras,
Emerenc me hacía ver que lo que yo consideraba FE, no era más que una especie
de budismo, de respeto a la TRADICION, y que mi MORAL no era más que una
disciplina obligatoria, consecuencia del adoctrinamiento recibido en la escuela
y en la familia que yo había aceptado por propia voluntad. Tambien me hizo ver
que mi marido estaba pasando una enfermedad grave y que no viviría mucho
tiempo, y si no sería preferible dedicarle parte de mi tiempo en la iglesia a
cuidarle, arrancarle una sonrisa y tratar de hacerlo feliz……
ENFERMEDAD, MUERTE Y REMORDIMIENTO. Cuando Emerenc enfermó, se encerró a cal y
canto en su apartamento, sin permitir a nadie ir a visitarla y negándose a ser
visitada por ningún médico. Encerrada entre multitud de gatos y miseria, su
estado se agravó en poco tiempo. Solo, a través de engaños y por medio de la
fuerza, se le pudo sacar de su casa, desparasitarla y hospitalizarla, tras
derribar la puerta de su casa y descubrir el secreto de su vida. Al dia
siguiente de su hospitalización, el barrio entero quedó sumido en un absoluto
silencio. Era la respuesta de sus vecinos y su solidaridad con esta persona
generosa y desinteresada, dotada de una gran bondad, natural y espontánea,
ejemplar a la vez que severa, que representa al ser humano que se esfuerza
tratando de vivir una existencia digna, al tiempo que ayuda a otras personas de
su entorno a lograrlo también. Y todo sin aceptar nada a cambio.
“Desde la muerte de mi madre – dice la autora – el único ser
por el que llegué a sentir un auténtico afecto, fue Emerenc”. Ella no deseaba
seguir viviendo. Entre todos habíamos derribado los soportes de su existencia y
el aura mítica que la envolvía. “Cuando uno no sabe qué hacer con su vida,
porque ésta carece ya de sentido, lo mejor es acabar con ella” – había dicho
Emerenc. Ella siempre había tenido un profundo respeto sobre el derecho a
decidir sobre la vida propia: Al de vivir y al de ponerla fin. Ahora, lo único
que le faltaba por decidir en su vida, era su propia muerte. “Morir del todo no
es tan fácil, incluso cuando una parte de ti ya haya muerto”, solía decir.
Para ella, la mayor demostración de mi amor hacia ella,
habría sido dejarla morir. A mi pregunta, acerca de si ella me habría dejado
morir, llegado el caso, su respuesta fue rotunda: “Por supuesto que sí, y sin
remordimiento alguno”. “Lo único que te pido – fueron sus últimas palabras – es
que, cuando ya esté muerta, vaya, alguna vez, a visitarme al cementerio”.
El funeral fue una auténtica manifestación de duelo. Todos
los vecinos, familiares y amigos se concentraron en él : Creyentes y no
creyentes, practicantes de otras religiones ó de ninguna. Todos los presentes
sabíamos que Emerenc se había llevado un trozo de la vida de cada uno de
nosotros”.
El final de EMERENC – concluye la escritora – creo que
significa un castigo por parte del Dios de esa mujer, quién, pese a que ella lo
había humillado en diversas ocasiones, siempre la había protegido. La castigada
era yo, que, a pesar de tantas enseñanzas, no había sido capaz de aprender a
ver, y no solo a mirar”.
VIOLA . Mención aparte merece este perro con nombre de perra.
Cachorro y moribundo, fue encontrado por Magda, entre la nieve, una Nochebuena
y recuperado en unas semanas, gracias a las medicinas del veterinario y al
calor y los potingues de Emerenc. VIOLA vivió 14 años, siempre con Magda y su
esposo, aunque, ni un solo día en su vida, dejó de visitar a Emerenc, en su
casa. Magda era su dueña pero Emerenc era su preferida. Aprendió pronto todo lo
necesario para integrarse en la familia- Distinguía entre quién lo quería y
quién lo toleraba. La educadora era Emerenc, que lo premiaba, cuando lo
merecía, con premios que el veterinario no aprobaba y lo castigaba, cuando era
necesario, con castigos que superaban a los del mismo Jehová.
Pronto se convirtió en un ser indispensable para todos. Era
una especie de amortiguador para las pasiones, un bálsamo en los momentos más
tristes y un comunicador ó facilitador entre las personas, cuando la ocasión lo
requería. Demostraba una gran alegría al entrar en cualquier cocina y una
profunda tristeza e inquietud cuando alguna persona del entorno estaba enferma.
Un día, Emerenc y Viola, regresaron a casa borrachos. “¿Que
podía hacer yo – decía Emerenc – si me lo pedía con tanta insistencia?”. Otro,
El Día de la Madre, se presentaron en casa de Magda, ataqviados con sus mejores
galas, a homenajear a “la madre” y a “la educadora”.
“Creo que Emeren empezó a quererme de verdad, a partir de esa
época, en que se acepta que el amor implica responsabilidad, entraña riesgos y
que, a fin de cuentas, es una pasión peligrosa”.
Cuando Emerenc inició su agonía, Viola fue capaz de presentir
su muerte, aunque no estaba cerca de ella. Entró en un estado de excitación y
desesperación exagerador, profiriendo unos ladridos, gritos y alaridos espantosos
duraron hasta que la llevaron a casa ce Emerenc. Después del funeral, Viola
inició un periodo de duelo, en recuerdo de Emerenc, que le durarìa hasta el
final de sus días. Durante ese periodo, enmudeció totalmente, y nadie volvió a
oírla gemir o ladrar a lo largo de su vida.
SZABÓ demuestra conocer y querer a los perros. Los que
tenemos perro, podemos dar fe de ello.
MANUEL JIMÉNEZ