LAS
TROYANAS – EURÍPIDES
Es día 2 de junio de 2022, jueves.
Cómo ya es costumbre en nuestro Club, cerraremos el curso con la lectura en voz
alta - dramatizando en lo posible - de un obra de teatro…
La
experiencia de la guerra del Peloponeso, de la que fue testigo en el postrer
tramo de su existencia, le movió, como bien testimonia LAS TROYANAS a tomar una
posición antibelicista que, desgraciadamente, al cabo de los siglos, no ha
perdido vigencia. Centrada en el amargo destino de las mujeres dependientes de
los héroes vencidos en la guerra de Troya, la obra versa sobre el desastre que
suponen las guerras, cualquier guerra, así como sus detestables secuelas.
Eurípides centra la acción en el último día de Troya.
La flota de los griegos está a punto de partir y las troyanas sobrevivientes
están siendo sorteadas para embarcar como esclavas de los vencedores.
Poseidón se lamenta de Troya, la ciudad que protegía,
debido a la inminente destrucción en manos de los griegos, y ante él se
presenta la diosa Atenea, su rival en esta guerra, pero indignada porque han
sacado a Casandra del templo donde le rendía culto, para proponerle un castigo
a lo largo de la travesía hasta Grecia.
Hécuba, muestra la desesperación de los vencidos.
Pregunta por el destino de cada troyana, que no puede ser otro que ser arrastradas
como esclavas serviles o sexuales de los vencedores. Taltibio, mensajero
griego, le comunica a la reina troyana
que todas las mujeres de Troya tienen un deber asignado a petición de
los vencedores atenienses. Ella ha sido asignada a Odiseo, fue reclamada por
Ulises para que fuera su esclava, y asume su destino y anima al resto de las mujeres a no perder la esperanza en
la vida, que siempre es mejor que la muerte. Casandra, su hija, ha sido asignada a Agamenón como esposa. Y canta su
canción de boda, su himeneo, lleno de odio contra Agamenón, anunciando que será
su boda la causa de la ruina del jefe militar de los aqueos. Casandra, le
asegura a su madre que a los atenienses les espera un final fatal, cumpliendo
así con el deseo de Atenea, y afirmando que Ulises “volverá sólo a su patria”. Políxena, también hija de Hécuba, ha de ser sacrificada en la tumba de
Aquiles. Andrómaca ha sido asignada al hijo de Aquiles, sin resistencia,
confiada en que le acompañará su hijo Astianacte y que un día éste podrá regresar a Troya para restaurar su
poder. Taltibio, el mensajero, les anuncia que el niño “no será esclavo de
ningún griego” porque los aqueos han decidido matar al hijo de Andrómaca y
Héctor despeñándole por los muros en llamas de la ciudad destruida. Menelao
aparece en escena para llevarse a Helena, prometiendo matarla en Esparta, lugar
al que no quieren ir las prisioneras por
ser la cuna de sus males. Hécuba alaba la decisión de Menelao de matar a
Helena, pero le advierte sobre los encantos de esta mujer y la posibilidad de
que le vuelva a enamorar en el viaje. Helena se defiende argumentando que la
culpa es de Príamo, que no mató a Paris cuando nació, dando cumplimiento tal y
como estaba profetizado al destino de Troya, que iba a ser destruida si el niño
no moría. Culpa también a Afrodita que, en el famoso juicio de Paris, prometió
concederle a éste el lecho de Helena. Paris había sentenciado que era la más
bella de las diosas en contienda, y prefirió este premio al de Atenea, que le
ofrecía la conquista de Grecia, o al de Hera que le ofreció Europa y Asia si la
elegía. Hécuba le responde que no fue Afrodita la vencedora, sino Afrosine, la
lujuria, y que a todas sus insensateces dan los hombres el nombre de Afrodita.
Hécuba recibe de manos de Taltibio el pequeño cuerpo del hijo de Héctor y
Andrómaca, para ser enterrado siguiendo las instrucciones de su madre, que ya
ha partido, sobre el lecho del escudo
que hacía casi invencible a su padre.
Finalmente, Taltibio da las instrucciones precisas a los soldados
para que quemen Troya, Hécuba dialoga con el coro. Las dos partes han
perdido la ilusión. “Ya no existe Troya”, canta el coro. “Vamos a vivir en la
esclavitud”… Las prisioneras parten en las naves aqueas hacia
su incierto destino. El
destino evita todo ánimo de esperanza en las troyanas y también evita que los
atenienses vuelvan a tierra como vencedores. El destino es el común denominador
de las obras literarias griegas.
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El
tema de la guerra. Las motivaciones que las causan. El sentir y el pensar de
los que las originan que jamás concuerdan con el sentir y el pensar de quienes
las padecen. Los ardides de los vencedores, la crueldad del castigo, la desolación
del exterminio. La tristeza y la resignación de los vencidos. Las pérdidas
humanas…
Los
diferentes modelos de mujer y sus destinos. Hécuba, protectora y consoladora.
Casandra, inconformista y vengativa. Andrómaca, sufrida y resignada. Helena,
despiadada, cruel y falsa.
Los
coros…el lamento, el llanto, el dolor, la pérdida, la tristeza de sentirse
extraño y perdido.
PEPA SIRVENT
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