sábado, 11 de junio de 2022

 

LAS TROYANAS – EURÍPIDES

 

Es día 2 de junio de 2022, jueves. Cómo ya es costumbre en nuestro Club, cerraremos el curso con la lectura en voz alta - dramatizando en lo posible - de un obra de teatro…

  

Eurípides, Salamina 480 a.C. - Pella 406 a.C. Parece que su aparición en el teatro se produjo en Atenas hacia 455 a.C. Nunca participó en la vida política aunque en sus obras encontramos muestras de la preocupación por el cariz que tomaban los acontecimientos y que llevaban a Atenas a la destrucción. El linchamiento al que le sometían sus rivales y la incomprensión del público motivaron su traslado a Macedonia, recibiendo la protección del rey Arquelao. Eurípides se centra en sus obras en la vida cotidiana y la gente común, siendo considerado el precursor del drama burgués. Considerado generalmente el más moderno de los tres grandes dramaturgos clásicos griegos, se distinguió por plantear en sus obras los conflictos morales más permanentes de la condición humana. Curiosamente, Eurípides alcanzó el éxito después de su muerte, superando incluso a Esquilo y Sófocles.

La experiencia de la guerra del Peloponeso, de la que fue testigo en el postrer tramo de su existencia, le movió, como bien testimonia LAS TROYANAS a tomar una posición antibelicista que, desgraciadamente, al cabo de los siglos, no ha perdido vigencia. Centrada en el amargo destino de las mujeres dependientes de los héroes vencidos en la guerra de Troya, la obra versa sobre el desastre que suponen las guerras, cualquier guerra, así como sus detestables secuelas.

Eurípides centra la acción en el último día de Troya. La flota de los griegos está a punto de partir y las troyanas sobrevivientes están siendo sorteadas para embarcar como esclavas de los vencedores.

Poseidón se lamenta de Troya, la ciudad que protegía, debido a la inminente destrucción en manos de los griegos, y ante él se presenta la diosa Atenea, su rival en esta guerra, pero indignada porque han sacado a Casandra del templo donde le rendía culto, para proponerle un castigo a lo largo de la travesía hasta Grecia.

Hécuba, muestra la desesperación de los vencidos. Pregunta por el destino de cada troyana, que no puede ser otro que ser arrastradas como esclavas serviles o sexuales de los vencedores. Taltibio, mensajero griego, le comunica a la reina troyana  que todas las mujeres de Troya tienen un deber asignado a petición de los vencedores atenienses. Ella ha sido asignada a Odiseo, fue reclamada por Ulises para que fuera su esclava, y asume su destino y anima al resto de las mujeres a no perder la esperanza en la vida, que siempre es mejor que la muerte. Casandra, su hija, ha sido asignada a Agamenón como esposa. Y canta su canción de boda, su himeneo, lleno de odio contra Agamenón, anunciando que será su boda la causa de la ruina del jefe militar de los aqueos. Casandra, le asegura a su madre que a los atenienses les espera un final fatal, cumpliendo así con el deseo de Atenea, y afirmando que Ulises “volverá sólo a su patria”. Políxena, también hija de Hécuba, ha de ser sacrificada en la tumba de Aquiles. Andrómaca ha sido asignada al hijo de Aquiles, sin resistencia, confiada en que le acompañará su hijo Astianacte y que un día éste  podrá regresar a Troya para restaurar su poder. Taltibio, el mensajero, les anuncia que el niño “no será esclavo de ningún griego” porque los aqueos han decidido matar al hijo de Andrómaca y Héctor despeñándole por los muros en llamas de la ciudad destruida. Menelao aparece en escena para llevarse a Helena, prometiendo matarla en Esparta, lugar al que no quieren ir las prisioneras  por ser la cuna de sus males. Hécuba alaba la decisión de Menelao de matar a Helena, pero le advierte sobre los encantos de esta mujer y la posibilidad de que le vuelva a enamorar en el viaje. Helena se defiende argumentando que la culpa es de Príamo, que no mató a Paris cuando nació, dando cumplimiento tal y como estaba profetizado al destino de Troya, que iba a ser destruida si el niño no moría. Culpa también a Afrodita que, en el famoso juicio de Paris, prometió concederle a éste el lecho de Helena. Paris había sentenciado que era la más bella de las diosas en contienda, y prefirió este premio al de Atenea, que le ofrecía la conquista de Grecia, o al de Hera que le ofreció Europa y Asia si la elegía. Hécuba le responde que no fue Afrodita la vencedora, sino Afrosine, la lujuria, y que a todas sus insensateces dan los hombres el nombre de Afrodita. 

Hécuba recibe de manos de Taltibio  el pequeño cuerpo del hijo de Héctor y Andrómaca, para ser enterrado siguiendo las instrucciones de su madre, que ya ha partido,  sobre el lecho del escudo que hacía casi invencible a su padre.

Finalmente, Taltibio  da las instrucciones precisas a los soldados para que quemen Troya,  Hécuba dialoga con el coro. Las dos partes han perdido la ilusión. “Ya no existe Troya”, canta el coro. “Vamos a vivir en la esclavitud”… Las prisioneras parten en las naves aqueas hacia su incierto destino. El destino evita todo ánimo de esperanza en las troyanas y también evita que los atenienses vuelvan a tierra como vencedores. El destino es el común denominador de las obras literarias griegas.

 El autor del libreto, el Catedrático de Griego en el Instituto de Enseñanza Media “Murillo” de Sevilla, Francisco Aparicio Aliseda, durante varios años se dedico a la traducción, edición y posterior montaje con los alumnos del Centro de obras clásicas, entre ellas Las Troyanas, Antígona o Hipólito…

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 No quisiera extenderme mucho, ya que rara vez hacemos referencia a esta última jornada de cada ciclo. Tal vez haya influido en esta ocasión, dada la brevedad de la narración, que la lectura fue completa. A mí me impresionó. Y eché en falta un comentario más extenso, más profundo, ese enriquecedor diálogo que establecemos cada jueves a tenor de la profundidad del texto, de la riqueza de los personajes, de la actualidad del tema…Y es que este texto lo tiene todo.

El tema de la guerra. Las motivaciones que las causan. El sentir y el pensar de los que las originan que jamás concuerdan con el sentir y el pensar de quienes las padecen. Los ardides de los vencedores, la crueldad del castigo, la desolación del exterminio. La tristeza y la resignación de los vencidos. Las pérdidas humanas…

Los diferentes modelos de mujer y sus destinos. Hécuba, protectora y consoladora. Casandra, inconformista y vengativa. Andrómaca, sufrida y resignada. Helena, despiadada, cruel y falsa.

Los coros…el lamento, el llanto, el dolor, la pérdida, la tristeza de sentirse extraño y perdido.

 Aquí, a solas con mis pensamientos, os propongo que le demos a este género más vida. Os dejo un verano entero para planificarlo. Ah!, y ¿qué os parece si le damos a la lectura en voz alta un papel más relevante del que hasta ahora le hemos concedido?...

PEPA SIRVENT

 ¡FELIZ VERANO FAMILIA LECTORA!

 

 

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