lunes, 27 de junio de 2022

  

LA PUERTA (1987 ) - MAGDA SZABÓ ( 1917- 2007 )


MAGDA SZABÓ, escritora húngara, nació en 1917 en la ciudad de Debrecen, en la que sus padres, pertenecientes a la burguesía y a la élite intelectual, ejercían de juez, su padre, y de pianista su madre. En 1977 recibió la escritora el título de CIUDADANA DE HONOR de su ciudad natal.

Estudió en la universidad de su ciudad natal, pero vivió y trabajó hasta su muerte en Budapest, de cuya ciudad recibió también el título de CIUDADANA DE HONOR en 2006.

Entre 1947 y 1982 estuvo casada con TIBOR SZOBOTKA, escritor, ensayista y guionista, igual que ella, y ambos profesores en la universidad. Durante la década comunista de su país, al término de la 2ª Guerra Mundial, ambos fueron represaliados y expulsados de la universidad, dedicándose a la traducción al húngaro de otros escritores extranjeros y a dar clases de filosofía en la escuela elemental. Durante este periodo, como disidentes del régimen político, ejercieron una oposición pacífica integrada en el GRUPO NUEVA LUNA, comprometidos a no escribir ni publicar libros, no pintar ni exponer, no escribir música ni celebrar conciertos e incluso a no tener hijos.

Sus primeros escritos tratan, en plan de protesta, sobre la represión soviética en Hungría. Su primer libro – EL CERVATILLO, escrito en 1959 – es una crítica soterrada al régimen comunista en Hungría. Al ser traducido y dado a conocer en Alemania, la autora se convierte, abiertamente, en una disidente difícil de acallar.

Muchas de sus novelas tienen inspiración autobiográfica. En ellas habla de la dificultad de la mujer para su incorporación a la sociedad  y al mundo laboral, de las dificultades en las relaciones personales y laborales, exponiendo su punto de vista personal en temas relacionados con la Religión, Política, la educación en la escuela, el suicidio, Derecho a decidir sobre la vida propia y la muerte, etc.

Entre sus novelas destacan LA BALADA DE IZA, escrita en 1963, CALLE KATALIN, de 1969 y LA PUERTA. Varias de ellas han sido llevadas al cine.

Considerada una de las mejores escritoras húngaras, recibió el reconocimiento de su país al serle otorgada en 1997 LA ESTRELLA DE LA ORDEN DEL MERITO CIVIL DE HUNGRIA, y ser elegida miembro  de la ACADEMIA EUROPEA DE LAS CIENCIAS Y LAS ARTES. Como escritora, en los géneros de novela, teatro , ensayo y cuento, recibió los premios KOSSUTH en 1978 y FEMINA en 2003, al mejor libro extranjero.

LA PUERTA, escrita en 1987, constituye un análisis, de gran finura y delicadeza, de la relación personal entre dos mujeres: la propia MAGDA SZABÓ, autora y narradora de la novela, y EMERENC SZEREDAS, quién fuera, durante veinte años, señora de la limpieza en casa de la escritora.

La necesidad, por parte de la autora, de encontrar una persona que le ayude en las tareas del hogar, y la fuerte personalidad de Emerenc, tratando de imponerle las condiciones laborales y salariales además de las costumbres familiares en el hogar, cohíben, en principio, a la escritora, al crear una situación en la que las relaciones de poder parecen estar invertidas.

El paso del tiempo y el conocimiento mutuo entre ambas mujeres, terminara por establecer entre ellas una auténtica relación materno – filial.

La novela está dividida en 23 capítulos, que muestran, aunque no de forma cronológica, diversas escenas de la relación entre ellas, en las que vuelcan sus opiniones y actitudes  personales con respecto a diversas materias, como política en general, actitud personal en los distintos regímenes políticos del país, condiciones de vida de los ciudadanos, religión en general y relaciones con las instituciones eclesiásticas, sobre el respeto al derecho a decidir sobre la propia vida y sobre la muerte, sobre los afectos, el amor y la pasión, sobre la admiración y la tolerancia, y sobre el arte, en general, y sobre el cine en particular. Las delicadas condiciones de vida de Emerenc en su infancia y en su juventud – con trágicos sucesos familiares – y posteriormente, en su vida de adulta, los ira conociendo la autora a través de terceras personas, familiares en su lugar de nacimiento y vecinos, familiares y amigos del barrio en el que viven. Comprenderá las causas que han conducido a Emerenc hasta la condición de crítica y radical que ostenta.

El capítulo 1º ocupa una serie de reflexiones de la autora. Han transcurrido ya bastantes años desde la muerte de EMERENC – su criada -, de TIBOR – su marido -, y de VIOLA, su perro.

Desde la muerte de Emerenc, Magda padece, frecuentemente, sueños, siempre recurrentes, en los que, invariablemente, se encuentra al pie de la escalera de su casa, oyendo el sonido nocturno de la sirena de una ambulancia que se acerca, intentando abrir una puerta fantasma en la que nunca consigue introducir la llave en la cerradura, y pidiendo auxilio sin que, nunca, nadie acuda en su ayuda.

“Hoy – dice la escritora – estoy convencida de que yo mate a Emerenc. La imagen de aquella puerta que solo yo pude traspasar, de aquella mujer que creía más en mí que en el Creador, y de mí misma que pequé de vanidad, creyendo comportarme de forma prudente, justa y bondadosa, nunca consigo apartarla de mí”.

“Como nuestro Dios nos absuelve sin pedirnos detalles ni explicaciones, es por lo que hoy he decidido escribir este libro: Para dar explicaciones. No a Dios, sino a los hombres. He vivido con valentía hasta ahora y espero morir así : Con coraje y sin mentiras. YO LA MATE. QUERIA SALVARLA. NO DESTRUIRLA. PERO ESO NO CAMBIA NADA.”

El capítulo 23º es como un espejo del 1º: De nuevo el sueño recurrente.

Algunas reflexiones de la autora sirven de guía para ver la evolución de sus sentimientos:

“Durante los primeros cinco años estuvimos muy distanciadas. Nuestra relación se reducía a lo estrictamente necesario. Su servicio era intachable. Emerenc era una persona capaz de inspirarme los sentimientos más nobles, pero también de despertar en mí un odio  irracional. Por entonces. Yo era una escritora joven y falta de experiencia para comprender la personalidad de esa mujer, imprevisible, indomable y, en ocasiones, brutal, dotada de unos sentimientos cargados de pasión. Siendo, como éramos, tan diferentes, no comprendía que pudiera quererme tanto”.

TODO EL MUNDO SE FIABA DE EMERENC, PERO ELLA NO SE FIABA DE NADIE. Tras su fracaso sentimental, confesaba: “El barbero me enseñó a desconfiar y a no compartir mi patrimonio con nadie. Nunca más permitiré que nadie robe mi casa, ni mi cuenta bancaria, ni la integridad de mi alma”. A partir de ese día, solo a Magda le estuvo permitido traspasar la puerta de su intimidad y descubrir el secreto de su vida.

Conocí, en visita al lugar de su nacimiento, la triste historia infantil y juvenil de Emerenc, la muerte de sus dos hermanos, gemelos – abrasados -, y de su madre, por suicidio. A partir de ese momento se juró dedicar su vida entera a lograr construir un mausoleo en su pueblo, en donde poder dar digna sepultura a su familia. Visité aquellos lugares donde vivió, ahora abandonados, ignorando cuantos sueños e ilusiones se hallaban allí enterrados y cuanta sangre en ellos habría sido derramada”. En ese instante comprendí, como nunca antes – confiesa la autora – el pasado reciente de mi país.

RELIGION. Emerenc se enfrentaba a la institución eclesiástica con pasión. Tanto a los sacerdotes como al propio Dios y a todos los personajes bíblicos. Solo se libraba San José, en su condición de carpintero, igual que su padre. “Mi madre solía decir – repetía Emerenc – que mis hermanos y yo eramos hermanos de Cristo, por nuestra condición de ser hijos de carpinteros y ebanistas”.

“Como yo vivía intensamente las fiestas religiosas de Navidad y Semana Santa – sigue diciendo la autora - , sin necesidad de palabras, Emerenc me hacía ver que lo que yo consideraba FE, no era más que una especie de budismo, de respeto a la TRADICION, y que mi MORAL no era más que una disciplina obligatoria, consecuencia del adoctrinamiento recibido en la escuela y en la familia que yo había aceptado por propia voluntad. Tambien me hizo ver que mi marido estaba pasando una enfermedad grave y que no viviría mucho tiempo, y si no sería preferible dedicarle parte de mi tiempo en la iglesia a cuidarle, arrancarle una sonrisa y tratar de hacerlo feliz……

ENFERMEDAD, MUERTE Y REMORDIMIENTO.  Cuando Emerenc enfermó, se encerró a cal y canto en su apartamento, sin permitir a nadie ir a visitarla y negándose a ser visitada por ningún médico. Encerrada entre multitud de gatos y miseria, su estado se agravó en poco tiempo. Solo, a través de engaños y por medio de la fuerza, se le pudo sacar de su casa, desparasitarla y hospitalizarla, tras derribar la puerta de su casa y descubrir el secreto de su vida. Al dia siguiente de su hospitalización, el barrio entero quedó sumido en un absoluto silencio. Era la respuesta de sus vecinos y su solidaridad con esta persona generosa y desinteresada, dotada de una gran bondad, natural y espontánea, ejemplar a la vez que severa, que representa al ser humano que se esfuerza tratando de vivir una existencia digna, al tiempo que ayuda a otras personas de su entorno a lograrlo también. Y todo sin aceptar nada a cambio.

“Desde la muerte de mi madre – dice la autora – el único ser por el que llegué a sentir un auténtico afecto, fue Emerenc”. Ella no deseaba seguir viviendo. Entre todos habíamos derribado los soportes de su existencia y el aura mítica que la envolvía. “Cuando uno no sabe qué hacer con su vida, porque ésta carece ya de sentido, lo mejor es acabar con ella” – había dicho Emerenc. Ella siempre había tenido un profundo respeto sobre el derecho a decidir sobre la vida propia: Al de vivir y al de ponerla fin. Ahora, lo único que le faltaba por decidir en su vida, era su propia muerte. “Morir del todo no es tan fácil, incluso cuando una parte de ti ya haya muerto”, solía decir.

Para ella, la mayor demostración de mi amor hacia ella, habría sido dejarla morir. A mi pregunta, acerca de si ella me habría dejado morir, llegado el caso, su respuesta fue rotunda: “Por supuesto que sí, y sin remordimiento alguno”. “Lo único que te pido – fueron sus últimas palabras – es que, cuando ya esté muerta, vaya, alguna vez, a visitarme al cementerio”.

El funeral fue una auténtica manifestación de duelo. Todos los vecinos, familiares y amigos se concentraron en él : Creyentes y no creyentes, practicantes de otras religiones ó de ninguna. Todos los presentes sabíamos que Emerenc se había llevado un trozo de la vida de cada uno de nosotros”.

El final de EMERENC – concluye la escritora – creo que significa un castigo por parte del Dios de esa mujer, quién, pese a que ella lo había humillado en diversas ocasiones, siempre la había protegido. La castigada era yo, que, a pesar de tantas enseñanzas, no había sido capaz de aprender a ver, y no solo a mirar”.

VIOLA . Mención aparte merece este perro con nombre de perra. Cachorro y moribundo, fue encontrado por Magda, entre la nieve, una Nochebuena y recuperado en unas semanas, gracias a las medicinas del veterinario y al calor y los potingues de Emerenc. VIOLA vivió 14 años, siempre con Magda y su esposo, aunque, ni un solo día en su vida, dejó de visitar a Emerenc, en su casa. Magda era su dueña pero Emerenc era su preferida. Aprendió pronto todo lo necesario para integrarse en la familia- Distinguía entre quién lo quería y quién lo toleraba. La educadora era Emerenc, que lo premiaba, cuando lo merecía, con premios que el veterinario no aprobaba y lo castigaba, cuando era necesario, con castigos que superaban a los del mismo Jehová.

Pronto se convirtió en un ser indispensable para todos. Era una especie de amortiguador para las pasiones, un bálsamo en los momentos más tristes y un comunicador ó facilitador entre las personas, cuando la ocasión lo requería. Demostraba una gran alegría al entrar en cualquier cocina y una profunda tristeza e inquietud cuando alguna persona del entorno estaba enferma.

Un día, Emerenc y Viola, regresaron a casa borrachos. “¿Que podía hacer yo – decía Emerenc – si me lo pedía con tanta insistencia?”. Otro, El Día de la Madre, se presentaron en casa de Magda, ataqviados con sus mejores galas, a homenajear a “la madre” y a “la educadora”.

“Creo que Emeren empezó a quererme de verdad, a partir de esa época, en que se acepta que el amor implica responsabilidad, entraña riesgos y que, a fin de cuentas, es una pasión peligrosa”.

Cuando Emerenc inició su agonía, Viola fue capaz de presentir su muerte, aunque no estaba cerca de ella. Entró en un estado de excitación y desesperación exagerador, profiriendo unos ladridos, gritos y alaridos espantosos duraron hasta que la llevaron a casa ce Emerenc. Después del funeral, Viola inició un periodo de duelo, en recuerdo de Emerenc, que le durarìa hasta el final de sus días. Durante ese periodo, enmudeció totalmente, y nadie volvió a oírla gemir o ladrar a lo largo de su vida.

SZABÓ demuestra conocer y querer a los perros. Los que tenemos perro, podemos dar fe de ello.

 MANUEL JIMÉNEZ

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