“CINCO
HORAS CON MARIO”
Miguel Delibes 1966
Es la segunda lectura del recién iniciado curso. Para mí, la tercera lectura de lo que a mi parecer es una de las mejores novelas del autor, y probablemente de esa época que abarca el tercer cuarto del siglo XX. Además, y en paralelo a la fuerza misma del texto escrito, permanece en el recuerdo la extraordinaria versión teatral que de ella hizo la actriz Lola Herrera desde su primera versión allá por el año 1979. Demasiados retos…
El
día de la puesta en común plantee al grupo mis dudas, y les propuse hacer algo
hasta ahora inédito, que cada miembro de la asamblea escribiese en un papel un
pensamiento que definiese su valoración…
“La
sociedad de los años sesenta. El matrimonio y la incomunicación después de veinte
años de convivencia”
“El
grito de una España, educación y sociedad. En el último capítulo queda la
imagen de una mujer frágil, indefensa ante un mundo que no reconoce”
“Una
crítica de la España de la época. Un libro valiente para el momento histórico,
la dictadura de Franco”
“Una
extraordinaria creación de personajes, verdaderos arquetipos en una época de
transición, de cambios”
“Recordando
una época. Ella, clasista, no entiende para nada al marido”
“Una
mujer frustrada que no conoció el amor”
“Es
una certera visión de la época”. ¿Cómo pudo pasar la censura?”
Algunas
compañeras se acompañaron de frases entresacadas del texto:
-
¿Para
qué van a estudiar las mujeres, para hacerse marimachos?
- Por nada del mundo
quisiera tener un hijo intelectual, una desgracia así, antes que Dios me lleve”
-
Una
de dos, Mario, que no hay quién te entienda, o eres amigo o eres enemigo, pero
si eres amigo júntate con tus iguales, zascandil, que es lo que te corresponde
y deja en paz a los obreros y a los paletos que ya saben tenerse solos”
……………………………………………
En
el aspecto literario, prevalece la idea de que es, no sólo una de las mejores
novelas del autor, también y muy probablemente, una de las mejores de ésa etapa
que se caracteriza por la aparición de un narrador en primera persona y que se
sirve del monólogo como medio de
interpretación del mensaje.
Aunque
los personajes principales sean dos, que en realidad es uno, Carmen-Menchu a
través del cual y de su versión podemos conocer al otro, Mario, el resto, desde
la madre de Carmen hasta el padre y los hermanos de Mario, las amigas de ella o
los compañeros del periódico de él, su propio hijo mayor, o la comparsa que
acude a ofrecer sus condolencias por el inesperado fallecimiento de Mario,
resultan imprescindibles y está tan bien construidos que sin cualquiera de
ellos la imagen del lector quedaría coja…y para los que hemos sido testigos
presenciales de esa época y de esas circunstancias, verdaderos arquetipos.
Es
curioso que apenas se hace referencia a espacios y salvo ligeros apuntes, cómo
es el caso del despacho en el que se instala la sala mortuoria y se vuelven los
libros del revés para que no desentonen los colores de sus lomos con el
ambiente del “luto” que requiere la ocasión,
sin embargo el lector se adentra en las limitaciones del piso, y del
edificio en el que viven, o en el instituto donde trabaja Mario, o en el estudio
de los pintores…
El
tiempo de la narración es muy importante. Cinco horas de confesión. Toda una
vida que se repite y se repite, monótona y doliente, insatisfecha, segura en la
seguridad que proporciona la absurda creencia de las certezas. Más de treinta
años de vida y de historia…porque el tiempo, es la historia de esos años en que
transcurren las vidas de ambos personajes, poco más que adolescentes durante la
Guerra, un matrimonio sin amor y sin comunicación, una insatisfacción
materialista de lujos pequeños que se conforman con la posesión de “un
seiscientos”, unos hijos que tendrán que vivir otras vidas en otros momentos,
una sociedad sometida en lo político y en lo social por las “verdades”
religiosas, un inofensivo desliz amoroso con un amigo triunfador que remuerde
su conciencia en el universo de Carmen…y en paralelo, Mario, intelectual,
religioso postconciliar, socialmente comprometido con ideas de igualdad y de
mejora de las clases más desfavorecidas, honrado en lo social y fiel a sí
mismo…siempre visto a través de la versión de su mujer. Mario acaba de morir.
En
cuanto al estilo del lenguaje, es una constante la riqueza y sencillez que
prevalecen en toda la obra del autor. La voz de Carmen es la de una mujer poco
cultivada, del pueblo llano, que se expresa con rodeos a veces, con demasiada
franqueza en otras, repitiendo siempre los mismos pensamientos, apoyándose con
insistencia en sus infinitamente repetidas ideas. Esclarecedor. El lector se
siente identificado por la proximidad que trasmite el monólogo y la simplicidad
las expresiones…
Entre
los muchos apoyos que puedan ayudar a comprender mejor el sentido de la novela,
termino mi comentario con un mensaje del
propio autor:
“Queridos
Amigos: algunos críticos han querido ver en el libro cuya lectura vais a
iniciar, un retrato de la mujer española
de hace cuatro lustros, cuando, en realidad, se trata de una interpretación
personal de las tan traídas y llevadas “dos Españas” en la década de los
sesenta.
Para
mi objeto, pues, lo mismo daría que fuese Menchu la que yaciera en el ataúd y
Mario el que monologase.
Los
personajes presentan dos puntos de vista, sí, pero no por razón de su sexo.
Con
mi afecto. Miguel Delibes”
(Mensaje
que acompaña a una edición de Círculo de Lectores de 1983)
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Miguel Delibes Setién nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920. Fue el tercer hijo del matrimonio entre Adolfo Delibes y María Setién. Su padre fue titular de la cátedra de Derecho en la Escuela de Comercio de Valladolid. Su abuelo materno —Miguel María Setién— fue un conocido jurista integrante del movimiento político carlista. En 1936 se graduó de bachiller en el Colegio Lourdes de su ciudad natal. Poco después sirvió como voluntario en la marina del ejército sublevado durante la Guerra Civil española (1936-39). Una vez terminada la contienda retornó a su tierra para recibir formación universitaria; sucesivamente completó estudios en Comercio, Derecho y Artes, y se graduó como Intendente Mercantil en Bilbao; posteriormente se hizo con la cátedra de Derecho mercantil en la Universidad de Valladolid. En 1941, el periódico vallisoletano “El Norte de Castilla” le contrató como caricaturista. En abril de 1946 se casó con Ángeles Castro, quien fue su musa en muchos de los futuros trabajos literarios del escritor español. Falleció el 11 de marzo de 2010. A su capilla ardiente acudieron más de 18.000 personas.
Dejó una obra muy vasta y rica. Aparte de sus
20 novelas publicadas, completó el lanzamiento de nueve libros de relatos, seis
libros de viajes, diez libros de caza, veinte ensayos e infinidad de artículos
periodísticos. El
autor de “Cinco horas con Mario” es uno de los más grandes novelistas de la
historia de España. Comienza su carrera como escritor en 1948 con “La
sombra del ciprés es alargada”, con el que gana el Premio Nadal.
A partir de ahí, lanza obras como “Aún es de día”
(1949), “El Camino” (1950), con la que
alcanzó la consagración en el mundo de las letras y de la expresión literaria
de la posguerra española, aunque la censura no dejó de hostigarlo,
especialmente tras ser nombrado subdirector de El Norte de Castilla, y a
pesar de ello, el autor vallisoletano
no detuvo su ritmo durante los años cincuenta y continuó publicando un
promedio de un libro al año: “Mi idolatrado hijo Sisi”
(1953), “La hoja roja” (1959) o “Las ratas”
(1962). Es en 1966 cuando llega su obra
magna: “Cinco
horas con Mario”. Le
seguirían otras como “Las guerras de nuestros
antepasados” (1975) y”Los Santos Inocentes”
(1981). Las dos primeras han sido adaptadas al teatro
en varias ocasiones. Mario Camus llevó, de
forma magistral, Los
Santos Inocentes
al cine. En 1998 publica
El hereje” con la que consigue el Premio Nacional de Literatura. Su obra tiene
una temática que siempre pivota en torno a Valladolid, el
agro castellano y todo visto desde la perspectiva de un católico liberal. Su
visión crítica de todo, que aumenta con el paso de los años, tiene como
objetivo los excesos de la vida más urbana. Cargó en su obra contra
la pequeña burguesía,
recordó su infancia,
criticó las injusticias
de la sociedad y dio voz al mundo rural, descubriendo infinidad de expresiones castellanas al mundo.
Entre otras condecoraciones, Miguel
Delibes ganó el Premio Nadal (1948), el Premio de la Crítica (1953), el Premio
Príncipe de Asturias (1982), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1991)
y el Premio Miguel De Cervantes (1993), como los más destacados.