EL VIAJE DEL ELEFANTE.José Saramago

«Este relato
surgió hace unos diez años, en Salzburgo. En un restaurante precisamente
llamado El Elefante vi un friso de pequeñas esculturas figurando la caminata de
un elefante desde Lisboa hasta Viena [...] No es una novela según nos hemos
acostumbrado a entenderlo. Lo llamaría "cuento", una designación no
menos noble que la de novela y que incluso tiene una tradición más antigua.»
«Escribo
para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que
leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea en que
yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para
comprender algo, pero ese algo lo determina él. Lo que no quiero es que se
quede en la superficie de la página. Cuando alguien está leyendo en una lectura
y levanta la mirada como si estuviera aprendiendo con mucho más intensidad lo
que acaba de leer, es el momento en el que ese alguien está totalmente
involucrado, como si pensara: esto es mío, esto tiene que ver conmigo. Uno saca
de la lectura lo que necesita.»
«En cierto
sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página,
libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los
personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que soy hoy,
sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso,
una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la
existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser.»
«La
importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un
verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es
todo.»
«Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar en un estante, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?) también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más y nada menos, la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y a tratar de contarles lo que nosotros mismos somos. Los buenos libros, que es de lo que aquí se trata, están hechos con la honestidad y el trabajo del autor, luego hay que tratarlos también con honestidad y sin regatear esfuerzos.»
«Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar en un estante, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?) también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más y nada menos, la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y a tratar de contarles lo que nosotros mismos somos. Los buenos libros, que es de lo que aquí se trata, están hechos con la honestidad y el trabajo del autor, luego hay que tratarlos también con honestidad y sin regatear esfuerzos.»
«Llevamos
siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el
hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No
hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en
una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para
nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el
sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos
entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una
función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para
empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se
empieza y por ahí se acaba.»
LA OBRA

Es una historia hecha a medida de este animal que es el que organiza el mundo a su alrededor.Se nos muestra como los hombres, grandes y pequeños, del humilde cornaca al Archiduque son transformados por la experiencia.
Saramago
expone en esta novela su visión crítica de la condición humana y el
escepticismo con el que contempla conceptos como el poder, la patria, la
religión. Alrededor del elefante se mueve una sociedad de ignorantes que viven
del fingimiento; de hipócritas que sólo valoran las apariencias; de frailes que
invocan milagros; de cortesanos ociosos; de campesinos pobres. Para que las
cosas fueran mejor, el compromiso que plantea el libro no es demasiado exigente:
"Si todo el mundo hiciera lo que puede, el mundo sería, con certeza,
mejor" (Es ésta una de las muchas frases que van interpretando el tejido de la historia)
La obra está llena de ironía, sarcasmo y humor.Hace recordar, salvando las distancias, las andanzas de Don Quijote y Sancho
El Nobel portugés no renunnia a sus caprichos sintácticos : escribir a renglón seguido sin hacer diálogos ni usar mayúsculas más que al comienzo de cada oración, pero no es obvice para seguir bien la lectura.
El viaje del
elefante es, sobre
todo, una lección de estoicismo. Paciente y sereno, el animal realiza ese viaje
con la aceptación tranquila del infortunio. Saramago muestra su solidaridad,
como en otras novelas, hacia quienes se ven atropellados por la desgracia
o por el capricho de los que gobiernan. Sus vanidades resultan
ridículas ante la mole pausada del elefante, sabio y escéptico.
El viaje del
elefante puede interpretarse también como una alegoría del viaje de la vida- aportación de nuestro compañero Bautista-. Al ser humano, que transita entre
ambiciones, desconocimiento, mezquindades y deseos inútiles les aguarda el final, como al elefante. Saramago,
que ha ya tenia más de ochenta años, cuando escribe esta obra, cita desde el principio el Libro de los
itinerarios: "Siempre acabamos llegando a donde nos esperan".
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