CLUB
DE LECTURA DEL FINAL DE TU VIDA.
Will Schwalbe
Adquirí este libro por el
título; incluía “Club de lectura” y “Final de vida”. Me pareció que libros y
reflexiones sobre la vida pueden hacer un buen tándem. Pensé que venía “como
anillo al dedo” para un club de lectura. Por un lado va desgranando títulos de
libros de muy distintos autores y temática y todo ello en el contexto de una
situación límite para un ser humano.
Sustrayéndome a la buena
literatura, merece ser leído por los valores que forman la urdimbre de la obra:
La
solidaridad con los necesitados.
Los
vínculos familiares.
La
alegría de vivir.
El
sobreponerse a los propios problemas para darse a los demás.
La
cercanía al que sufre… y todo dentro de una red amplísima de
libros. Muchos de ellos me gustaría leer.
El escritor, narrador y coprotagonista de este libro,
cuenta un suceso real: a su madre le acaban de diagnosticar un cáncer
pancreático, y por tanto terminal, aunque tiene suerte y su vida se alarga en
aceptables condiciones casi dos años. Aunque, Mary Ann, la madre tiene una vida
activa y está rodeada siempre de gente que la quiere, marido, hijos, nietos y
un motón de amigos, Will, uno de sus hijos, planea un método para estar cerca
de ella durante el tiempo que sobreviva, formar un club de lectura entre ellos
dos. Seleccionan libros, en general recientes, los leen a un tiempo y quedan
para comentarlos, generalmente en la sala de espera del hospital antes de una
sesión de quimio. No tienen un método de selección, sino que las lecturas van cayendo
casi al azar, aunque si se hace balance, la mayoría tienen que ver con las
cosas importantes de la vida: el trato
entre las personas, las encrucijadas, la solidaridad y, por supuesto, la muerte.
A
medida que van leyendo, Will va describiendo el deterioro de su madre, las
fases de la enfermedad, los tratamientos diversos, su optimismo innato, a pesar
de todo, pero también la conciencia del fin. La madre es religiosa y lee algún
libro de ayuda –Fuerza diaria para necesidades diarias-, máximas que
remiten a algún pasaje del evangelio o a frases de escritores famosos. El hijo
no lo es. Esa discrepancia no hace que se presenten momentos insalvables o
discrepancias graves en la manera de aceptar o juzgar un libro determinado.
A mí me parece que es un libro que hay
que leer en determinados momentos. Todos hemos tenido o tendremos circunstancias como la que presenta el libro,
la de estar a punto de perder a una persona querida.
Will y su madre transmiten la idea de que los libros son compañeros necesarios en cualquier momento de la vida, también en el camino hacia la muerte. Qué poco hablamos de la muerte. Utilizamos muchas cautelas o eufemismos, como si fuese un asunto que podamos soslayar u ocultar o prescindir de su realidad.
Pero la lectura tiene otro aspecto que no siempre aprovechamos, crea una hermandad de lectores. Este libro enseña cómo podemos comunicarnos con los demás mediante los libros, cómo podemos crear amistades o prolongar el afecto.
¿Y el autor? Así le reflejaba el periódico después de una entrevista:
(EL
PAÍS, 13/3/13 “Al volver la última página”)

“Schwalbe es un hombre afable, sonriente y extremadamente amable que
en 2007 estaba al frente de la poderosa Hyperion books y dedicaba la mayor
parte de su tiempo a la lectura. Su madre, Mary Anne, era un relámpago,
colaborando en toda clase de actividades benéficas incluyendo la construcción
de una biblioteca en Afganistán, visitas periódicas a Birmania o escapadas a
Bosnia, proyectos que la llevaban lejos de Estados Unidos varias veces al año.
Todo cambió cuando a Mary Anne le detectaron un cáncer de páncreas de diagnóstico
incierto (este tipo de cáncer es uno de los más severos) y de repente la
familia se vio obligada a tomar algunas decisiones. Schwalbe decidió que
necesitaba pasar mucho más tiempo con ella. “Siempre habíamos hablado mucho y
nuestra relación era muy cercana pero, obviamente, la enfermedad nos unió aún
más”.
En definitiva, para mí,
este libro es una lección de vida.
ISABEL
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