martes, 13 de mayo de 2014

JUEGOS DE LA EDAD TARDÍA – Luis Landero


Luis Landero es profesor de Lengua y Literatura españolas…y se nota…porque si hay una nota que destacar en su novela, en sus novelas – al menos en las que yo he leído – es el derroche literario: el conocimiento de la Lengua – con mayúsculas – y la composición de la sintaxis, la estructura del discurso y la arquitectura de la narración…pero como dijo en algún momento el inolvidable maestro G.G. Márquez: “Escribir no es redactar respetando la corrección idiomática sino un acto de creatividad por encima de las normas académicas”, y creo que si algo “le sobra” a esta novela es precisamente creatividad, imaginación, fantasía, delirio, ilusiones y quimeras, innovación, ruptura, proyectos, observación, abstracción, alegoría…y humor, mucho humor…



Antes de informarme sobre algunas pinceladas de la biografía del autor, y ya desde las primeras páginas del capítulo IV (pag. 45 y 46 ) cuando al marchar Alicia de veraneo, él, Gregorio Olías se descubre en una conducta reaccionaria contra todo el mundo que le rodea y habla de la conducta de los ancianos como de un acto de venganza contra el mundo: “Con los viejos, se obsesionó Gregorio. Los veía pasar al término de la tarde, agarrados a sus bastones como si fuesen la mano paterna y una nueva infancia viniese a escarnecerlos con segundas torpezas…Había allí ancianos venerables de verdad, pero otros eran aquellos que habían esperado a ser viejos para desquitarse de los melindres de la juventud “,  empecé a comprender la influencia de sus fuentes literarias: Cervantes y el Quijote, G.G. Márquez, Kafka, Faulkner…y creo que no iba despistada en mi observación…Pero a pesar de ello, me costaba entregarme a ella, me resultaba excesiva, redundante y hasta obsesiva…Seguramente porque ya me había contagiado de la magia de la historia…La historia de Gregorio Olías, es la historia de un hombre solitario…la soledad de una infancia curtida entre la protección de una madre silenciada y de un padre y un abuelo “soñadores”, pero enfrentados y sin más referente que “el afán”, el deseo de ser un gran hombre y de hacer grandes cosas, y la pena y la gloria que todo eso procura” (pag. 48)…de una adolescencia, entre la higiénica miseria de la vida real y la fantasía del “afán”, bajo la protección de su tío Félix Olías…del descubrimiento del amor primero y fuera de su alcance…de un trabajo rutinario sin ninguna humanidad alrededor…de un deseo de progresar y aprender sin base sobre la que apoyarse…de un matrimonio por casualidad con una mujer, Angelina, que es feliz sin hacerse preguntas…Hasta que una mañana, después de seis años trabajando en la más absoluta y silenciosa rutina, sonó el timbre del teléfono y alzó el vuelo de las palomas que dormitaban sobre el techo de luz y lo arrancó para siempre de su mundo plano…
Gil Gil y Gil, entró en su vida…A requerimientos de éste, un ser desplazado y sin arraigos que se mueve entre la rutinaria simplicidad y la inercia, pero que sueña a imaginar un mundo invadido e inmerso por y en la “cultura” y la “ciencia”, Gregorio Olías va construyendo, lenta y meditadamente, una farsa con personajes imaginarios a partir de seres comunes y corrientes, y así nacen Augusto Faroni - su alter ego - y Dacio Gil Monroy, y Márilin y el Maestro Merlín…y el café de Los Ensayistas, antiguo Hispano Exprés…y las tertulias literarias…y la clandestinidad y actividad encubierta de los militantes del partido comunista…y la represión política del “caudillo”…y los viajes, y los idiomas, y el arte…y la empresa de Gil en su “afán” de “promotor cultural” de crear un “Círculo Cultural Faroni”…y la recreación en la mente, en los sentimientos y en las emociones de Gregorio, de ese universo irreal pero satisfactorio…hasta que Gil regresa a la ciudad dispuesto a descubrir el mundo imaginado…Entonces todo se vuelve gris, y opaco, y confuso para Gregorio que a través de diferentes y heterodoxos callejones sin salida intenta deshacer la farsa… Finalmente, Gregorio y Gil, resucitarán la figura de Faroni para mantener el deseo y la esperanza - en sus estériles y reducidas vidas - de otra vida más noble, pero después de haber sido tratados por la brutalidad de Antón Requejo y el miedo y la descarga de su particular justicia, la vigilancia estelar del viejo Isaías y el paciente y afectuoso consentimiento de Angelina…


Farsa o realidad…Realidad o farsa…Eso no importa…Lo que importa es la palabra y el modo de decirla, y datar con ella de nombre a las cosas y hacer que existan todas aquellas que se nombran y en el modo y forma en que se nombren…”Había en él una mezcla incomprensible de decrepitud y de vigor, quizá porque, aunque robusto, más que fuerza había en su estampa como un derroche de debilidad, y aquella debilidad, al exigir de cierta energía para manifestarse, se confundía con el vigor, el cual confirmaba de nuevo la debilidad, y así sucesivamente” (describiendo la impresión sobre Isaías, pag 342)

Imaginando una forma sencilla para calificar la novela, me surgió una espeiral de círculos concéntricos – si es que esa figura pudiese serlo – que se van estirando hasta un punto inalcanzado e inalcanzable…Y regreso al punto inicial, al de la Literatura…al de la Literatura de Luis Landero, de la que el explica “que no hay que enseñarla, sino que hay que invitar a participar de una pasión”


Pepa Sirvent – Albacete a 8 de mayo de 2014     

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