LA BUENA LETRA de Rafael
Chirbes (1949-2015).
“No se
puede decir tanto y tan contundente en tan pocas palabras”.
Cuando terminé la lectura de “LA BUENA LETRA”, tuve la sensación de
estar frente a un retrato de familia, que con la guerra civil y la posguerra
como telón de fondo, nos engullía en la vida cotidiana de unos personajes que
deben hacer frente a la muerte, la miseria, los miedos y sobre toda al
silencio, que como una fina lluvia al principio no se percibe pero finalmente te empapa.
Figura clave es Ana, mujer sencilla, prudente, conciliadora y sobre todo, soporte de una familia que se desintegra más rápidamente por la deslealtad de varios de sus miembros que por las propias penurias asociadas a la orilla del rio en la que ha decidido quedarse, junto a un esposo, Tomas, que compartiendo ideales de libertad con su hermano Antonio, sin embargo es testigo de lo fácil que es para éste, despojarse de su dignidad como hombre en aras de una disoluta vida de dudosa prosperidad, sin mirar lo que va dejando atrás. La traición al terrible esfuerzo que realizan los suyos por mantenerlo con vida, nos muestra a un pseudo-intelectual con unos principios de ida y vuelta, con la ingratitud como característica más notable. La imposibilidad de Tomas para enfrentarse a su hermano, lo convierte en un ser destruido por la resignación, la desesperanza, el desprecio a sí mismo y lleno de amargura, castiga a Ana a la más absoluta soledad.
Como antítesis de Ana aparecen dos personajes femeninos. Uno
de ellos es la mujer de Antonio, símbolo de la discordia, que con su frivolidad
y egoísmo corroe la armonía familiar
como la mala hierba echa a perder una buena cosecha. El otro es Gloria, hermana
de los dos protagonistas masculinos; una mujer que llevada por sus celos y
adicciones, es capaz de ensuciar con su sola presencia todo lo bueno y noble
que hay a su alrededor.
Mención especial merece en esta obra la Vejez, representada
aquí por los abuelos de la familia, mostrándonos lo cruel que puede llegar a
ser esta etapa final del camino, pero a la vez lo entrañable cuando vejez y
niñez son caras de la misma moneda.
Por último y a modo de reseña, todo aquel que se adentre en “LA BUENA LETRA”, descubrirá una lectura
de prosa sencilla pero demoledora en sus reflexiones, con un estilo sutil que
derrochando delicadeza, pasa casi de puntillas por el entramado vital de sus
personajes.
Esther Moreno Sánchez.
2 comentarios:
Esther!Me encanta que como nuevo miembro del Club hayas colaborado con este comentario.Me ha gustado mucho. Isabel
Soy Pepa, y ya te dije en la reunión que me parecía muy adecuado y certero el resumen que nos leíste...por eso fue que te animamos a subirlo al blog...ánimo, necesitamos jóvenes como tú...
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