DUBLINESES. JAMES JOYCE
Las opiniones que sobre libro Dublineses, de James Joyce, han predominado
en nuestro habitual coloquio han sido las siguientes:

En lo que sí hubo unanimidad fue en estos dos aspectos:
* En que la obra es de un alto valor literario y en que este valor se vería
incrementado de no ser cubano Cabrera
Infante su traductor, ya que éste
emplea palabras y expresiones poco comprensibles para los lectores de este lado
del charco.
+ * Por mi parte y, amén de su indudable calidad literaria, encuentro en
Dublineses un alto valor didáctico ya que nos permite conocer aspectos de la
vida de los irlandeses de su tiempo, aspectos tales como éstos:
+ De la miserable vida que gran población irlandesa arrastraba y de cómo
aquella la abocaba a la emigración.
+ De la existencia de un sentimiento nacionalista y antibritánico de lo más
exacerbado.
+De que la inmensa mayoría de la población era ultracatólica.
+De que los irlandeses de la época, (parece ser que los de ahora también)
sentían una afición desmedida a “empinar el codo”.
+De la inferioridad social y personal de la mujer “acertada aportación de
Pepa “sobre todo en las clases populares.
Y por último y a título anecdótico incluyo ésta: Los irlandeses de la época
eran feos a “rabiar”.
En apoyo a esta última aseveración he aquí algunas descripciones que el
genial escritor hace de sus paisanos:
Farrington: Tenía una cara colgante, de color vino tinto, con cejas y
bigotes rubios. Sus ojos ligeramente botados, tenían los blancos sucios.
Mr. Alleyne: Usaba gafas de oro sobre una cara raída. La cara era rosada y
lampiña y parecía un gran huevo puesto sobre los papeles.
En Efemérides en el
Comité:
El viejo Yack: Su cara volvía a salir lentamente a la luz. Era una cara
vieja, huesuda y con pelos y la boca babeada se abría³ varias veces mascujando
mecánica al cerrarse.
El joven O'Connor: De cabellos grises y cara desfigurada por muchos barros
y espinillas.
Mr. Henchy: En ese momento un hombrecillo de nariz mocosa y orejas heladas
empujó la puerta.
El Padre Keon: Su cara brillosa por el agua, parecía un queso lechoso salvo
donde dos manchones rosados indicaban su pómulos.
Crufton: Era un hombre gordo, cuyas ropas de sarga parecían correr peligro
de caer de su encorvada figura. Tenía una cara grande, parecida a la jeta de un
buey joven en su expresión.
En Los muertos:
Freddy: Tenía unos cuarenta añosos.¦ Era de hombros caídos. Su cara era
mofletuda y pálida, con toques de color sólo en los colgantes lóbulos de las
orejas y en las anchas aletas nasales. Tenía facciones toscas, nariz roma,
frente convexa y alta y labios hinchados y protuberantes. Los ojos y los
párpados pesados y el desorden de su escaso pelo le hacían parecer somnoliento.
Y si no pongo más ejemplos es por temor a parecer exhaustivo pero puedo
asegurar que descripciones similares se encuentran por docenas.
Esto nos lleva a estas sesudas reflexiones:
¿Era tan feos los irlandeses como Joyce los pinta?
¿Estará, el genial escritor molesto con sus paisanos por algún motivo que
no conocemos y esta fue su venganza?
Y, en el primer supuesto:
¿Habrá mejorado estéticamente los irlandeses actuales o, como en el caso
del alcoholismo, se mantienen fieles a sus ancestros?
JUAN CUERDA