Kazuo Ishiguro, Nobel de Literatura 2017
Al novelista de Nunca me abandones lo podemos ubicar en la generación de los
narradores ingleses que en los años 80 llegaron al gran público: Amis, Barnes,
Swift, McEwan, Rushdie, Kureishi... A casi todos ellos los conocimos en España
con el sello de Anagrama y los aprendimos apreciar como en un sólo paquete.
Como Rushdie y Kureishi, Ishiguro es un inglés que no lo parece a simple vista
y que, sin embargo, tiene a Inglaterra como su tema central. Las clases
sociales, la contención emocional, el encanto de la vida rural... Ese tipo de
Inglaterra.

Los
restos del día es un buen
ejemplo de esa anglofilia. Cualquiera tiene en la cabeza la adaptación de James
Ivory, con Anthony Hopkins y Emma Thompson en los papel protagonistas. Aquel
era un relato realista, vagamente gótico, que puede considerarse como un
principio del viaje. El final está en la novela de Ishiguro del año pasado, El gigante enterrado, una ficción medieval que retrata una
Inglaterra pobrísima y cruel con prosa distante. Las delicadezas londinenses ya
no existen. Quedaba el olvido y la memoria como temas finales.

Hay más que leer: Los inconsolables trataba
de un músico que poco más o menos que salvaba la música y descubría que su
destino no lo iba a librar de la soledad. Un artista del mundo flotante era su libro japonés, era su libro japonés, una recreación
del mundo perdido de sus padres. Y Nunca me abandones era
una fantasía siniestra y distópica en un internado para adolescentes que no
eran exactamente estudiantes.
La mejor medida para entender a Ishiguro está en la comparación
con sus compañeros degeneración. Si McEwan es preciso y moral, si Amis es como
el mercurio que se inflama y se contrae, si Rushdie es barroco y Kureishi, un
gamberro, Ishiguro es conciso y minimalista, un poco distante.
¿Un poco japonés? Ishiguro nació en Nagashaki, en 1954. Su padre
era científico y la vida lo llevó al Reino Unido, a una ciudad de provincias
llamada Guilford.. De adolescente fue hippie y guitarrista. En la universidad
se esforzaba oir escribir sus ensayos con las frases mínimas que pudieran
expresar significado. Ahora, cuando habla en inglés, tiene la pronunciación
neutra de un londinense dedicado a la cultura. Se pueden buscar los vídeos en
los que aparece explicando que su mujer no pudo leer El gigante enterrado por
su aspereza. Al final, fue su puerta a la gloria.
(Tomado del periódico EL
MUNDO, sección CULTURA de 5/10/17)
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