HOMENAJE A MIGUEL DELIBES
Seguramente no aportaremos nada
nuevo, o sí, porque los ecos de la
lectura son muy personales.
No podíamos comenzar con mejor pie que trayendo aquí el poema que escribió Pepa Sirvent en el 2007, cuando supimos del fallecimiento del escritor
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se agolpan
abrumadoramente.
allá por
los sesenta,
cuando
saliste a mi encuentro.
Y sobrecogida
por
“La
parábola del náufrago”
te he
seguido…
con
humildad y respeto,
rendimos
homenaje
al escritor
y al
hombre:
cordial, chispeante,
dadivoso, entrañable,
fabulador, gentil,
honesto, infatigable,
jovial, laureado,
llano, meticuloso,
natural, observador,
preceptor, querido,
reflexivo, sensible,
testimonial, único,
vanguardista y Vallisoletano…
de la
palabra…
Albacete 25 de enero de 2007
“LAS RATAS”–Miguel
Delibes
(Valladolid
17/10/1920 – 12/3/2020)
Oportunamente programado, para este curso, hemos comentado, hace unos días, en pequeño grupo, dadas las circunstancias, el libro “LAS RATAS” Así se expresa Pepa a propósito de este texto:
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Nacido en Valladolid, realiza allí sus estudios
Primarios y de Bachillerato antes de declararse la Guerra Civil, en la que
sirvió voluntario. Acabada la guerra, se licenció en Derecho además de cursas
estudios en la Escuela de Comercio y en la de Artes y Oficios que le
permitieron posteriormente entrar en la Redacción del “El Norte de Castilla”,
en donde llegó a ser Director en 1958 y del que dimitió en 1963 por desacuerdos
con la censura de Fraga Iribarne, trabajo que compartía con el de Profesor en
la misma Escuela de Comercio y posteriormente en diferentes Universidades
europeas y americanas.
Publica en 1947 su primera novela, “La sombra del
ciprés es alargada” que obtiene el premio Nadal de ese mismo año.
En 1962 publica “Las Ratas”, con la que pretende
denunciar y hacer visible la situación de los pueblos aislados de Castilla, que
no se le permitía desde las páginas del periódico.
En 1973 es nombrado miembro de la RAE.
En 1974, fallece su esposa Ángela Castro con la que
había tenido seis hijos. También se publica “Cinco horas con Mario”, que en
1978 lleva a escena la actriz vallisoletana Lola Herrera…obra y representación
que aún perviven con éxito.
En 1981 publica “Los Santos Inocentes”, que será
llevada al cine en 1984. Dos éxitos rigurosos y merecidos del retrato de un
pueblo sumiso ante una clase dominante.
Se le concede el Príncipe de Asturias en 1982. En
1985 es nombrado “Caballero de las Artes y las Letras de la República
Francesa”. En 1991 obtiene “El premio Nacional de las Letras Españolas”
También en ese mismo año de 1991, publica “Señora
de rojo sobre fondo gris” que dedica a la memoria de su esposa…Y en 1998, su
última novela “El hereje” fue un éxito internacional y reclamo turístico en su
ciudad natal a modo de homenaje.
Estos concisos y deshilvanados datos solo son una
muestra mínima de un vastísimo legado Literario y Cultural que entidades como
la Fundación que lleva su nombre, Universidades de varios países y Centros
Culturales cuidan, mantienen y divulgan.
En la introducción del texto, el autor se sirve de
un versículo de S. Marcos:
“Si alguno quiere
ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Y tomando un
niño lo puso en medio de ellos…” (Marcos
9,35-38)
“las Ratas” es una novela corta que como el propio
autor afirma, surgió para eludir la censura - que desde el periódico que
dirigía no podía hacer notoria y pública – sobre el estado de pobreza y
abandono en qué vivían los pueblos apartados de Castilla y de cualquier otro
punto de la “España Rural” en los años que van desde el final de la Guerra y la
apertura del país a mediados de los sesenta. Por ello, el lugar y los
personajes son imaginados y nacidos en la mente del autor, buen conocedor de
aquellas circunstancias, pero que resultan identificables a cualquiera que
viviésemos aquellos años en un pueblo perdido de la geografía española.
EL TIEMPO de la novela, sin días ni fechas, está
marcado por las fiestas religiosas del apretado, milagrero y abundante santoral
católico, acompañado de la riqueza del Refranero español. Imposible sustraerse
a la sabiduría popular que se desprende de un vivir cada día pendiente de los
designios del cielo observados con paciencia y transmitidos de generación en
generación…
EL ESPACIO es un desolado paraje regado por un
arroyo minúsculo, en el que viven “las ratas” e infinitas especies animales y
vegetales compañeras y “amigas” de los hombres que las conocen y las cuidan,
que riega huertas humildes y mantiene en pie la figura de tres chopos “mochos”.
Un pueblo a medio hacer en el que resulta difícil caminar por sus calles
intransitables por el lodo o por el polvo…Y un entorno reseco y rodeado de
montes pelados en los que la lejana y desorientada Administración invierte cada
año, sin éxito, para repoblar de árboles apoyándose en una leyenda que pretenden
transformar en historia…
LOS PERSONAJES tan ricos y tan variados como “el
santoral”, se convierten en arquetipos de la “humanidad rural”, analfabeta
sobre todo, repartida en clases sociales intercambiables, reafirmada en sus
creencias - provengan de donde provengan – y fiel sin matices a la autoridad de
la que emanan, apegada a su pequeño espacio del que se siente dueña, lastrada
por una economía de subsistencia de la que les impide salir su propia
ignorancia y el aislamiento en el que viven…
“El Nini” rompe todas las reglas. Es un niño
“listo”, nacido del fruto de un incesto que sobrevive al amparo de una madre
que un día enloquece, y de un padre, “el tío Ratero”, rudo, sin más posesión
que su habilidad para cazar ratas de agua – como alimento y supervivencia – y
una cueva abierta en la ladera de uno de los baldíos y rocosos cerros que
rodean un pueblo sin nombre y de irregular composición de la que ninguna
autoridad puede arrancarlo.
“El Nini” escucha a sus abuelos y al “Centenario”,
observa el cielo y sus ciclos, la dirección del viento y los cambios de la luz,
a los animales y a las plantas, los olores de la vida, las conductas de los
humanos, sus miradas, sus gestos, y hasta las palabras que no dicen…y de esa
sabiduría que nace de la reflexión se aconsejan los habitantes del
pueblo…Éstos, todos apodados, componen un rico y vasto mosaico donde coexisten
el dolor y la alegría, la esperanza y el fracaso, el poder y la servidumbre,
las creencias religiosas y los falsos bulos, la vida y la muerte…La “muerte”
que ciega a “el Ratero” en defensa de lo que “es mío”…
EL LENGUSAJE está condensado en poco más de ciento
ochenta páginas y miles de palabras. Ni una de más ni una de menos. Imposible
adjetivar la amplitud, la belleza y la concreción del vocabulario, la brevedad
de los diálogos o la precisión de las descripciones. Imposible no sentir el
horror de la enfermedad del “Centenario”, los retorcidos senderos de salvación
del “Undécimo Mandamiento”, la perniciosa intriga de “Malvino”, la servidumbre
de “Justito el alcalde”, la inmaculada belleza de un amanecer nevado, el fragor
de una cruel tormenta, o el horror de la violencia…
¿ARGUMENTO, TEMA, MENSAJE?…Desde mi punto de vista
y sin dudarlo, una lección. Una enorme lección de vida. Una lección porque la
cuenta un profesor. Y de vida, porque es la vida que ese hombre-profesor conoce
tan bien, ama y cuida tanto, y al contárnosla no sólo pretende mostrarnos una
durísima realidad que el poder hace invisible, si no que está demandando que se
corrijan errores…Quizás por esa razón, “pone a un niño en medio de ellos…”
“El Nini” es el protagonista, pero es también – con
la licencia del autor – el narrador de los hechos, que más que narrar, vive y
hace vivir al lector. Y así, vamos conociendo como se desarrolla la vida
sencilla de los habitantes de un apartado y encerrado poblado por la geografía que lo rodea,
sus alegrías y sus pesares, sus relaciones sociales, sus tradiciones y su
cultura, las influencias religiosas, políticas y de clase social que definen a
cada personaje, y sobre todo, su relación con la Naturaleza. Y es en este punto
donde el autor, sirviéndose de un niño, despliega su verdadero saber y sentir,
su potencia como narrador y su sensibilidad como hombre. Y el lector sufre con
el dolor de la enfermedad, y sonríe con las pequeñas venganzas del niño, y
escucha el canto de las aves o los silbidos del viento, y goza de la visión
helada de un paisaje de invierno pero siente el mismo frío que hiela los pies
descalzos del niño o el mismo calor que saca a los vecinos a respirar en las
noches agobiantes de la canícula, y se hunde en la negrura y la miseria de una
cueva habitada por hombres…y finalmente, siente el horror de una ridícula
venganza que acaba en muerte.
A pesar de las limitaciones que nos impone la
situación sanitaria generada por el “covid 19”, en la reducida “puesta en
común”, todos coincidimos en calificar la novela como un texto SOBRESALIENTE…que
yo sugeriría, si tuviese oportunidad para ello, incluir en los cursos de
Bachillerato de “obligada lectura y análisis”… En un comentario reducido, un
miembro del grupo asegura “que está demasiado bien escrita”…
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(Además recomiendo un artículo publicado por Rafael
Narbona em septiembre de 2018 en http/elcultural.com)
1 comentario:
Pepa, enhorabuena, que bien has resumido Las Ratas, has resaltado la singularidad y los valores que presenta la obra con gran maestría y con un lenguaje muy bello. Me ha gustado muchísimo y un abrazo. Gloria 🌷🌷🌷
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