domingo, 19 de enero de 2020



ALEJANDRO CASONA

PROHIBIDO SUICIDARSE EN PRIMAVERA
LA CASA DE LOS SIETE BALCONES


Nació en Cangas de Narcea en 1903 y muere en Madrid en 1965.
De origen humilde, sus padres, Maestros de Enseñanza Primaria recorrieron varios lugares de la geografía española, y él bebe de las fuentes culturales de esos lugares y de sus gentes, prevaleciendo siempre sus orígenes familiares. Su vocación teatral pudo nacer, cuando muy niño todavía asistió a una representación escénica y en ella – comentaría más adelante – percibió “algo” que bien pudo ser el germen de su vocación literaria.
Entusiasmado con el mensaje de la Institución Libre de Enseñanza, desempeño un papel divulgativo de los años de la República, llevando a los lugares más alejados y de difícil acceso la ilusión del teatro para un pueblo analfabeto…
En ¡937 marchó a Méjico con una Compañía de Teatro y allí se exilió. En 1939 se traslada a Argentina en dónde residió hasta 1962, y en dónde desarrolló su mayor producción escénica. Cuando regresa a España, en 1962 de la mano de José Tamayo, su presencia es a la vez alabada y censurada – sobre todo por su acercamiento al franquismo – pero obtiene gran relevancia teatral. En 1964 se estrena “El caballero de las espuelas de oro” sobre la vida y la obra de D. Francisco de Quevedo, magistralmente interpretada por un todavía jovencísimo José María Rodero y alabada por crítica y público.
Su obra, ingente y muy valorada, se caracteriza por la presencia de un conflicto entre fantasías y realidad, la evasión y la ilusión de un mundo poético mejor, la búsqueda de la felicidad y la fuerza redentora del amor, la realidad de los sueños…
“Prohibido suicidarse en primavera” es eso, un sueño, una utopía que pretende cambiar el mundo…y con un final “feliz.
“La casa de los siete balcones”, por el contrario, podría ser un hecho real, una vida entretejida de muchas vidas en esa geografía interior y rural, señorial y analfabeta, que tan bien conoce, y en la que la ambición por el dinero y el desordenado deseo de la carne conducen a mujeres y hombres por sendas equivocadas y malsanas, con un triste final para los inocentes. Es un texto bellísimo, con una construcción de los personajes consistente y realista, unos diálogos fuertes y a veces trepidantes, y unas escenas conmovedoras…
En el Club, con escasa asistencia por ser el primer día de vuelta de las vacaciones navideñas, leímos la segunda obra porque a todos nos resultó más completa…
Un lujazo, como siempre.

PEPA SIRVENT

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