viernes, 28 de febrero de 2025

 

            PHILIPPE CLAUDEL.- Biografía

 "Me he nutrido de lo que me rodea, de lo que siento, de lo que vivo, de lo que imagino".


 
Phillipe Claudel nació el 2 de febrero de 1962 en Nancy. Pasó su infancia en su ciudad natal hasta que fue al Liceo Bichat de Lunéville. Obtuvo el bachillerato en 1981. Los dos años siguientes los pasó escribiendo numerosos poemas, relatos cortos, escenarios, visitando museos o actuando en numerosos cortometrajes. En 1983 se licenció en Literatura Moderna e Historia del Arte y  mientras tanto, trabajó como supervisor de Escuela Secundaria. En 1985 obtuvo la titulación de Profesor de Secundaria General. En 2001, defendió una tesis doctoral en Literatura Francesa, y el jurado le felicitó, pero él se negó a publicar su obra. Además de su trabajo dando clases en la Escuela Secundaria, trabajó durante doce años en la cárcel de Nancy con niños enfermos, y después, durante cuatro años, en un centro especializado para niños discapacitados.

En 2008 fue director y guionista de la película Hace mucho que te quiero” que consiguió, entre otros premios el César a la mejor ópera prima. Su segundo filme, en 2011, “Silencio de amo”. Posteriormente también dirigiría “Antes del frío invierno” en 2013.

En su faceta de escritor, cultiva el género de la novela. Sus obras, con planteamientos poco frecuentes, profundizan intensamente en los problemas humanos. Con tramas minimalistas y descripciones  sencillas, construye cuadros colosales, teniendo frecuentemente como fondo, el horror de la guerra.

Sus novelas y libros de relatos han sido galardonados en varias ocasiones: la novela J'abandonne recibió el premio Francia Televisión 2000, el libro de relatos Petites mécaniques obtuvo el premio Goncourt de Novela 2003; Almas grises, su quinta novela, fue galardonada con el prestigioso premio Renaudot, también en 2003, y El informe de Brodeck fue premio Goncourt de los Estudiantes 2007.

 “ALMAS GRISES”

 “El equilibrio entre nuestros deseos culpables y la realidad absoluta sólo se da en las guerras.”


Uno de los hechos que marcó la historia del siglo XX, casi en sus inicios, fue la
Primera Guerra Mundial (1914-1918). Después de ella, la concepción del mundo y la humanidad no volvieron a ser nunca como antes y ahora, después de más de cien años, nadie puede contar su experiencia de primera mano, pero tenemos documentos históricos y testimonios para no olvidarla, libros de autores que la experimentaron, y películas como “Sin novedad en el frente” o la reciente “1917” que retratan el horror de las condiciones de vida de los soldados y la rudeza natural de la tierra que fue testigo de todo.

Almas grises, publicada en 2003 y escrita por Philippe Claudel, se desarrolla en V., un pueblo francés cercano a Bélgica durante esta época, en donde la guerra se escucha como un eco: una colina lo separa de un del frente, y los únicos soldados que se nombran son los heridos y/o los que buscan “olvidarse” en los bares del pueblo, o en la casa de la señora Blachart, “que ofreció su cuerpo sin hacer ascos ni distingos a unos y a otros, civiles y militares, a cualquier hora del día o de la noche” . Mientras, los habitantes llevan una vida relativamente normal. Hasta que a finales de 1917 hallan el cuerpo de Belle de Jour, una niña con una caperuza amarilla, flotando de noche por el canal, y eso desencadena una investigación para encontrar al culpable. Veinte años después de “El Caso”, el policía a cargo del mismo, decide narrar el misterio tejido con la historia del pueblo, sus habitantes y su propia vida. Como narrador, y en primera persona, el policía sólo puede valerse de sus recuerdos y de las palabras que éstos pueden evocar, convencido de que “para intentar comprender a la gente hay que excavar hasta las raíces”. Como lectores, sólo podemos conocer a fondo a los personajes y los hechos, a través de los ojos de quien nos habla de ellos. Yo intentaré hacerlo a través de las imágenes que dejaron los hechos y las personas.

 

Veinte años después de ocurridos los hechos, el narrador, en primera persona:

“No sé muy bien por dónde empezar. Es realmente difícil. Todo este tiempo ido, que las palabras no harán volver  jamás, y también los rostros, las sonrisas, las heridas...Pero aun así, debo intentarlo…Los conozco porque me son tan familiares como la caída de la tarde o la salida del sol. Porque me he pasado la vida queriendo juntarlos y recoserlos, para hacerlos hablar, para escucharlos. Voy a hacer desfilar muchas sombras. Una de ellas ocupará a menudo el primer plano: Pierre-Ange Destinat. Fue fiscal en V: durante más de treinta años ejerció su profesión como un reloj que jamás se conmueve ni se avería. Hablaba poco. Imponía mucho. Tenía los ojos claros, que parecían inmóviles, labios finos, sin bigote, frente despejada y pelo gris.”

“Primer lunes de diciembre. En nuestra ciudad. 1917. Frío siberiano. La tierra crujía bajo los pies y el ruido resonaba hasta la nuca. Recuerdo la gran manta con la que habían cubierto el cuerpo de la pequeña, que se empapó enseguida. Un cuerpo de diez años no abulta mucho, sobre todo si está empapado en agua helada. Apareció el rostro de Belle de Jour. Unos cuervos pasaron volando…Parecía una princesa de cuento, con los labios azules y los párpados blancos. Sus cabellos se mezclaban con la hierba quemada por las heladas matinales…El sol se arrebujaba  en su abrigo de niebla, que se deshilachaba poco a poco. Hasta los cañones parecían haberse helado. No se oía nada.”

Desde este primer contacto con la novela, se puede precisar su estructura, y desde luego su argumento, también su género…Una historia oscura en un tiempo oscuro, luctuoso: la Primera Guerra Mundial de fondo que muestra su desgarrado dolor, su espantoso atronar y sus efectos irreversibles:…Unos personajes principales fríos, misteriosos, oscuros, siniestros: el juez Miek, el coronel Matziev, Víctor Desharet, el médico, y el fiscal Pierre-Ange Destinat…


Merecen especial atención los paisajes, las puestas de sol, el agua del río, los olores, las carreteras embarradas y el ir y venir de los residuos de la guerra; o los espacios: el Palacio, sus jardines, la puerta de hierro; la Fábrica y su entorno; el restaurante el Rébillon y la forma en que lo gobernaba Bourrache…La casita del Palacio y la casa del Maestro…Y de telón de fondo, la Guerra…

Y los personajes, los principales – que hablan por sí mismos - y los secundarios: El alcalde; la señora Siffert madrina de Bell de Jour; Josephine, la peletera; Barbe, la doncella de Destinat; Bourrache y su restaurante; Martial Marie, que dejaba regalos a la Maestra; el Padre Laurant; Despiaux, compañero y policía; Berthe, su asistenta; Madame de Flers...

­­_ Lysia Verhareine. La joven maestra era toda una mujer, salió a la calle sin juzgar ni estremecerse. No tardamos en adoptarla, supo seducir a todos con pequeñeces, los alumnos la miraban con la boca abierta. La escuela nunca estuvo tan llena ni fue tan alegre… En aquella cama estaba Lysia Verhareine. Con los ojos cerrados. Definitivamente cerrados al mundo y a nosotros.  La noticia de la muerte de la joven maestra cayó como un jarro de agua fría. Las calles del pueblo estaban vacías…Destinat permaneció encerrado en su palacio…

_ El Narrador. He pensado muchas veces en las palabras del cura, el padre Lurant, sobre las flores, Dios y la prueba. Y me he dicho que, seguramente, en el mundo hay sitios en los que Dios no pone nunca un pie. Llevo muchos años intentando comprender. Voy a tientas. Me pierdo, vuelvo al punto de partida…Clemence nos acompañó a la puerta, se despidió de nosotros con un leve gesto, y a mí, solo a mí, me dedicó una sonrisa…Me moría de ganas de besarla, pero me dio vergüenza…Y eso fue todo. Estoy llegando a esa sórdida mañana. A esa detención de todos los relojes. A esa caída infinita. A la muerte de las estrellas. Clémence estaba sobre la cama, con la cara pálida y los labios aún más pálidos…Posé mis labios en los suyos, pronuncié su nombre, lo grité, cogí su rostro entre mis manos, le abofeteé las mejillas, le insuflé aire en la boca. Estaba muy hermosa. Nunca la conocí fea, ni vieja, ni arrugada, ni gastada. La muerte me ha dejado al menos eso, que nada puede arrebatarme…El niño dormía. Tenía los párpados cerrados y las mejillas redondas. Busqué tus facciones en las suyas. No tuve que pensarlo mucho. La idea vino sola. No se movió. Su corazón había dejado de latir…Hoy todo se ha acabado. Hace un rato he descolgado la carabina de Gachentar. Es lunes. Lo he dicho todo. Lo he confesado todo…Ya puedo reunirme contigo.

 

Esta es la historia. La cruel Historia. La historia de unas almas grises:

“Las cosas no son ni blancas ni negras, lo que reina es el gris. Los hombres, sus almas…pasa lo mismo. Tú eres un alma gris, rematadamente gris, como todos nosotros…Eso no son más que palabras…¿Y qué te han hecho las palabras?”

 

Es el gris el color que define esta historia: la niebla que se interpone entre la realidad y los recuerdos; la crueldad y el misterio del crimen; el color de la desesperanza en un país destruido; o simplemente el gélido paisaje interior de los hombres. Para Claudel, el color gris es también la ambivalencia de las almas de las personas. Hay otros elementos que el autor utiliza para atraer la atención del lector: los olores, saber a qué olían los personajes, o ciertos lugares, invita a sentirlos más reales, a dotarlos de vida y nos acercan de una forma más humana a la historia de otra época. Los paisajes. Los colores de la luz. Los gestos…

Este libro ganó el premio Renaudot y fue elegido Libro del Año por la revista Lire; posteriormente fue llevado al cine en 2005 y el propio autor participó en la escritura del guión.


PEPA SIRVENT


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