viernes, 14 de marzo de 2025

 

            EL ARTE DE LA RESURRECCION (2010)

              HERNAN RIVERA LETELIER (1950)

 

 BIOGRAFIA


El escritor chileno Hernán Rivera Letelier, nació en Talca, de la comarca de Antofagasta, en el norte de Chile, en las inmediaciones de la pampa y del desierto de Atacama (“el más cabrón de los desiertos”, según el propio autor). Nació en 1950. Su padre era minero en una salitrera de Algorta, en pleno desierto de Atacama.

Cuando tenía once años, su familia se trasladó a Antofagasta, en donde murió la madre, pocos meses después, a consecuencia de una picadura de araña. Su padre volvió a la salitrera, sus hermanos fueron a casa de unos parientes de su madre, y él permaneció en la ciudad hasta los 18 años, dedicado a vender periódicos y libros a domicilio, con lo que gana lo justo para comer y para ir al cine los miércoles (día especial, con una entrada podía ver tres películas varias veces, desde la una de la tarde a la una de la madrugada). Según el autor, el cine fue el primer elemento motivador para que pensara en dedicarse a escribir.

Con 18 años empezó a trabajar en las salitreras del desierto, y en ese escenario, situó la acción de varios de sus libros. De joven, era el único minero que utilizaba la biblioteca de su pueblo. De hecho, empezó a escribir cuando tenía 21 años. “De hambre”, ha dicho él, en numerosas ocasiones Con esa edad salió del desierto por vez primera, y realizó un viaje por los países sudamericanos próximos a Chile. A partir de entonces, decidió dedicarse a escribir. Comenta, como en una ocasión, tendido en una playa, y con las tripas vacías, escuchó en una radio robada por un amigo, que se convocaba un concurso de poesía, premiado con una cena para dos personas en un hotel de lujo. Le bajaron las musas de golpe, y escribió un poema de amor de cuatro páginas, con el que ganó el certamen. Posteriormente, Rivera Letelier ganaría en dos ocasiones (1994 y 1996) el Premio del Consejo Nacional del Libro, por sus novelas LA REINA ISABEL CANTABA RANCHERAS, e HIMNO DEL ANGEL PARADO EN UNA PATA, y el premio Alfaguara de Novela, en 2010 por EL ARTE DE LA RESURRECCION, además de ser nombrado en 2001 Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, por el Ministerio de Cultura de Francia.

Poeta, cuentista y sobre todo novelista, Letelier es, actualmente, uno de los escritores de mayor éxito de su país. Sus novelas tratan siempre sobre la vida dura, laboriosa y solitaria de las personas que trabajaban en las oficinas salitreras, en el primer cuarto del siglo pasado, en viviendas sin agua potable y suelos de tierra, sin descanso dominical, sin asistencia médica y con un duro trato por parte de los guardas de seguridad armados. También retrata a las prostitutas de los burdeles, a las que coloca como heroínas en sus libros. “Son mujeres que amo –dice – porque si ser prostituta ya es fuerte, serlo en el desierto raya en lo heroico”!.

Sus héroes son siempre personas de pobre pasar, con mucha adicción al alcohol, el juego y la jarana. Los “pampinos” son hombres aguantadores y sufridos – nos dice - , de riñones poderosos y corazón como una casa de grande, que merecen disfrutar de esos momentos de placer que les provoca la ebriedad. El alcohol y la colonia inglesa (cuando no hay alcohol), les ayuda a soportar el tedio y la soledad de estos parajes infernales, y a hacer más llevadera la explotación sin misericordia a que eran sometidos por la rapiña insaciable de sus patrones extranjeros. Son seres condenados a la pobreza, a lo largo de toda su vida.

Como escritor y como persona permanece fiel a sus raíces humildes. Letelier es de una sinceridad enorme. No oculta sus inicios, y no cree ser un escritor. Sencillo, afable y locuaz, utiliza continuamente términos y expresiones populares, muy comunes en la época que retrata en sus libros, pero que en la actualidad, igual que la explotación de las minas de salitre, ya no existen. Dice el autor que tanto la vida en las oficinas salitreras como el lenguaje de esa época forman parte de  la historia de Chile, y se perderían en el olvido si no se cuidan. Su conversación y sus diálogos son diáfanos y coloquiales, propios de alguien que ha tenido muchas experiencias en la vida, y que todo lo ha conseguido a base de esfuerzo y sacrificio. Nada le ha sido regalado, y aunque no cree en los milagros, si cree que su éxito literario y económico ha sido un milagro. Letelier es agnóstico. Al respecto dice: “Tuve una infancia muy religiosa. Mis padres eran evangélicos, y pasaban tiempo en la iglesia, leyendo, rezando y cantando. Llegó un momento en que dejé de creer en todo eso”. Y bromea, refiriéndose a lo de su éxito milagroso: “Yo no creo en Dios, pero creo que Dios si cree en mi”. Políticamente, se considera próximo al Partido Liberal, centrista, y más alejado del resto de partidos, Conservador, Nacionalista y Radical.

Está casado con María Soledad Pérez, y tienen cinco hijos. Se conocieron cuando él trabajaba en la mina de cobre de Mantos Blancos, y se casaron cuando él tenía 24 años y ella 17. Desde 1994, cuando ganó el primer premio de novela, se considera el hombre más feliz del mundo. “La vida me dio una vuelta de carnero. Hago lo que me gusta, pero no he cambiado ni de amigos ni de mi forma de vivir, y me siento más seguro de mí mismo, sabiendo que a mis hijos no les faltará el pan, el día de mañana.

Como escritor sueña con llegar a tener un estilo literario propio. Le gustaría tener alguna cualidad de cada uno de los cuatro escritores que más admira: lo mágico de Rulfo; lo maravilloso de García Márquez; lo lúdico de Cortázar y lo inteligente de Borges. “El pampino, no quiere nada más”.

EL ARTE DE LA RESURRECCION.


La novela de Rivera Letelier resultó ganadora del Premio Alfaguara de Novela en 2010, dotado de 175.000 dólares, en el que participaron más de 500 aspirantes. El jurado, presidido por el novelista Manuel Vicent, valoró “el aliento y la fuerza narrativa que contiene la novela, así como la creación de una geografía personal a través del humor, el surrealismo y la tragedia”.

La novela está ambientada en el desierto de Atacama, en el norte de Chile ( Letelier es casi el único escritor chileno que sitúa la acción de sus novelas en el norte del país ), y narra las andanzas de “EL CRISTO DE ELQUI” ( un iluminado y visionario, de los que a veces aparecen, en lugares de miseria y tiempos de crisis, para anunciar a las gentes del lugar la cercanía del Fin del Mundo y la necesidad de estar preparados para ello ), a lo largo de más de veinte años, en las primeras décadas del siglo XX. El tiempo real de la novela ( poco más del mes de Diciembre de 1942 ), es el que transcurre entre la resurrección burlesca del borracho Lázaro, y la búsqueda, encuentro, convivencia y separación entre Domingo Zárate Vega ( Cristo de Elqui ) y la prostituta Magdalena Mercado. Por su parte, el tiempo del narrador se amplía desde 1897 (año del nacimiento del Cristo de Elqui) hasta más allá de 1962, año en el que se pierden sus andanzas en la Tierra, tras abandonar sus predicas cuando sus seguidores comienzan a preferir otros personajes como Carlitos Chaplin ó Cantinflas.

Los dos personajes principales, el Cristo y la prostituta, son grotescos y entrañables. Domingo Zárate Vega nace en la provincia de Coquimbo, en el seno de una familia camesina, humilde, analfabeta y muy católica. Desde pequeño vestía ropa de niña, porque su madre deseaba que hubiera nacido así. De pequeño ya destacaba por ser callado, pensativo y tranquilo como un santo de yeso.. A los cinco años, la comadrona del pueblo ( que además curaba el mal de ojo), predijo que el niño sería “un salvador”. Con diez años daba pequeños sermones a sus amigos, veía en las nubes figuras de animales apocalípticos, y, con toda inocencia, contó haber visto los cielos abiertos y a Dios Padre dentro . También, una noche de luna llena logró ver la figura del Hijo, dentro de ella… A los 15 años abandona la casa familiar para ir a trabajar a las minas del desierto, en donde conocería la maldición bíblica de “ganar el pan con el sudor de la frente”.. De allí pasó voluntario al Ejército para cumplir el Servicio Militar Obligatorio. Allí aprendió a leer, a escribir y a firmar con los dos apellidos… A ls 29 años, recibió noticias de la muerte de su madre, y regresó a su ueblo. Fueron los días más tristes de su vida… Intentó quitarse la vida con matarratas, y, al no conseguirlo (debido a la intervención divina ), decidió repartir todos sus bienes entre los más necesitados, y marchó a peregrinar a un lugar apartado del Valle de Elqui… Allí permaneció durante cuatro años, dedicado a leer e interpretar la Biblia, orar, purificar el espíritu por el ayuno y el contacto con la naturaleza, asi como fortalecer el cuerpo, pues había escuchado decir a un devoto, que “ el cuerpo humano, tratándolo bien, puede llegar a durar toda la vida”.

En 1931, con 33 años, pobremente vestido, calzado y peinado, comienza su vida pública. A partir de ese momento, no se cansa de repetir a la multitud: “El final de los tiempos está a las puertas”…”Arrepentíos, ahora que estáis a tiempo”…”Cuidar la salud del cuerpo con prácticas naturales ( levantarse antes de la salida del sol, uso de plantas medicinales y curativas, desayuno liviano, rechazar el uso de sombreros y calcetines, siesta de 15 minutos y una copita de vino al dia)… Cuando alguien le preguntaba quien era él, respondía siempre : “Soy el que soy. Un Cristo pobre, y sin un cobre. Un Cristo perdonador, paciente y bueno. Un Cristo chileno”…Durante 22 años de su vida curó a multitud de enfermos de diversas dolencias, aplicando variadas técnicas y múltiples remedios caseros a base de yerbas medicinales, sin distingo de credo, religión   ó clase social, y sin pedir, nunca, nada a cambio.

El Cristo de Elqui no era consciente de la enorme emoción que provocaba en el ánimo de la multitud de seguidores que lo veneraban, al ver en él la capacidad bendita de hacer milagros, adivinar el futuro, hablar con Dios y con la Virgen, además de entender el lenguaje de las bestias y conocer el secreto mágico de las yerbas para curar cualquier tipo de enfermedad. A lo único que se negaba era a prestar asistencia a un muerto. Revivir a un muerte era un arte mayor. Cuando era requerido para ello, siempre respondía : “LO SIENTO MUCHO, HERMANO, PERO EL ARTE EXCELSO DE LA RESURRECCION ES EXCLUSIVO DEL DIVINO MAESTRO”. A lo largo de su vida de apostolado, a la única que logró resucitar fue a SINFOROSA, la gallina de Magalena, que cada día ponía un huevo con dos yemas, y que había sido atropellada por el camión de Manuel.

El Cristo de Elqui era poco seguidor del mandato eclesiástico de mantener el celibato, pero era entusiasta del mandato bíblico: “Id, y multiplicaos sobre la faz de la tierra”, por lo que trataba de no defraudar nunca a ninguna mujer, que lo hubiera mirado con ojos pecadores... Creyente firme de que la abstinencia sexual era una aberración ( y tal vez la más grave de todas ), él no la practicaba nunca, excepto en Semana Santa. De ahí, su búsqueda incesante de una discípula, ó apóstola, que además de acompañarlo en su Vía Crucis, además de su observancia de la fe cristiana, fornicara de corazón y sin remilgos.

Ahora, mediados del mes de Diciembre de 1942, a bordo del llamado Tren de los Pobres ( porque solo lleva asientos de tercera clase ), se dirige el Cristo de Elqui hacia la oficina de Providencia, en busca de Magalena, a quien tratará de convencer para unirse a él, como discípula. Como el recorrido es largo, aprovecha el viaje para impartir a los compañeros de viaje, prédicas y sermones, cargados ( como él dice ) de axiomas, máximas y pensamientos en bien de la Humanidad. Gentes que viajan a su lado, le preguntan cómo era que iba en busca        una prostituta, habiendo tantas mujeres viudas y solteras, que se sentirían felices y   por Dios, que aceptarían abandonarlo todo y seguirlo en su labor evangelizadora. El Cristo les contestaba: “Esas mujeres buscan siempre casarse y crear un hogar, con brasero, hijos y mascota. Además, a un Cristo casado no le creería nadie, y su esposa menos que nadie. En esto de predicar, no basta con ser creyente, también hay que ser creíble”.

El Cristo de Elqui tuvo una entrada triunfal en la salitrera de Providencia, conocida como La Piojo. Era la más pobre y menoscabada de todas las que había conocido en sus años de evangelización, y sus gentes los más sacrificados, solo comparables al pueblo judío, vagando por el desierto durante cuarenta años, en busca de la Tierra Prometida… Los obreros llevaban semanas de huelga, en demanda de mejoras económicas, laborales y sanitarias. El Cristo se solidarizó con ellos, erigiéndose en su defensor, lo que provocó su enemistad con las autoridades económicas, policiales y eclesiásticas de La Piojo.

Magalena Mercado, morena, de cabellera trigueña, de edad comprendida entre al más de 25 y algo menos de 35, cuerpo de curvas suaves y voz de dormitorio, además de creer en la Santísima Trinidad, era una devota consagrada de la Virgen del Carmen. Había llegado a La Piojo poco después de la llegada del cura párroco. Gozaba en el pueblo de una profunda admiración, respeto y hasta amor por parte de muchos hombres. Era considerada “la mas puta entre las santas y la más santa entre todas las putas”, llegando ella a considerar, que el ejercicio de su profesión, aquí en el desierto, era una especie de santidad.

Pronto empezaron las denuncias contra ambos. El Cristo fue acusado de incitar a los obreros para continuar la huelga, de traer, de forma engañosa, gentes del sur para trabajar en las minas del salitre, y de autorizar a una pareja de jóvenes a vivir juntos sin estar casados. Fue encarcelado y torturado, y obligado a abandonar la Providencia, bajo amenaza de muerte. Por su parte, Magdalena fue acusada de “no dejar vivir en paz al cura párroco”, y obligada, también, a abandonar La Piojo. Ambos, acompañados por don Anónimo y la gallina Sinforosa, y llevando consigo la imagen, en yeso, de la Virgen del Carmen ( de quién Magalena resulta absolutamente inseparable ), abandonaron La Piojo, instalándose en una pequeña colina en los límites del desierto. Allí vivieron una corta temporada, y , allí recibían, el Cristo a sus seguidores, y Magalena a su numerosa clientela. Don Anónimo era un viejo loco, silencioso y pacífico, seguramente escapado de alguna loquera. No se sabe como había llegado a Providencia, con una pala y una escoba como único equipaje. Era conocido como El Loco de la Escoba. Allí, en La Piojo no conocía a nadie. Fue recogido en su casa por Magalena, ocupando en ella un rinconcito, junto a Sinforosa. Dedicaba casi todo su tiempo a barrer el desierto.

Finalmente, la gente de La Piojo fue a recoger a Magalena para devolverla a su casa. Todos los vecinos, a quienes Magalena financiaba sus servicios, la querían, y deseaban tenerla cerca. También ella deseaba estar cerca del cura párroco, para seguirlo fustigando, en venganza por los abusos que, de forma permanente, había ejercido sobre ella desde los cinco años, y  con el propósito de tratar de arrancarle el reconocimiento de su paternidad, pues sabía que, al nacer, su madre la había abandonado en la puerta de la iglesia, como queriendo señalarle la casa del padre. Por su parte, los obreroa  habían finalizado la huelga y vuelto al trabajo, con la promesa de ver satisfechas sus demandas, incluído el descanso dominical. Don Anónimo, que había desaparecido, fue encontrado muerto, y fue enterrado en el desierto, que tantas veces había barrido. La gallina Sinforosa, que había sido atropellada, y muerta, por un camión, resucitó al rozar su cuerpo con las tapas de la Biblia que portaba el Cristo, y es posible que supiera regresar a La Piojo. Por su parte, El Cristo de Elqui continúo con su apostolado por las distintas salitreras del desierto de Atacama, impartiendo prédicas y sermones en bién de la Humanidad.

No aclara el narrador, si los últimos años de su vida, los dedicó el Cristo de Elqui a ofertar Consultas Sentimentales a bajo precio, ó, por el contrario, si se dedicó a fabricar guitarras y venderlas de casa en casa. Hay también, quien asegura   que se dedicó a escribir y venderlas después sus memorias de su pasado como predicador, y hasta quién opina que murió pobre, tal como había vivido, en una casita de madera, atendido por dos Magdalenas, que lo lavaban y cuidaban, como si del mismo Cristo Redentor se tratara.

 MANUEL JIMENEZ MEJIAS                              

 ALBACETE   - MARZO - 2025

viernes, 28 de febrero de 2025

 

            PHILIPPE CLAUDEL.- Biografía

 "Me he nutrido de lo que me rodea, de lo que siento, de lo que vivo, de lo que imagino".


 
Phillipe Claudel nació el 2 de febrero de 1962 en Nancy. Pasó su infancia en su ciudad natal hasta que fue al Liceo Bichat de Lunéville. Obtuvo el bachillerato en 1981. Los dos años siguientes los pasó escribiendo numerosos poemas, relatos cortos, escenarios, visitando museos o actuando en numerosos cortometrajes. En 1983 se licenció en Literatura Moderna e Historia del Arte y  mientras tanto, trabajó como supervisor de Escuela Secundaria. En 1985 obtuvo la titulación de Profesor de Secundaria General. En 2001, defendió una tesis doctoral en Literatura Francesa, y el jurado le felicitó, pero él se negó a publicar su obra. Además de su trabajo dando clases en la Escuela Secundaria, trabajó durante doce años en la cárcel de Nancy con niños enfermos, y después, durante cuatro años, en un centro especializado para niños discapacitados.

En 2008 fue director y guionista de la película Hace mucho que te quiero” que consiguió, entre otros premios el César a la mejor ópera prima. Su segundo filme, en 2011, “Silencio de amo”. Posteriormente también dirigiría “Antes del frío invierno” en 2013.

En su faceta de escritor, cultiva el género de la novela. Sus obras, con planteamientos poco frecuentes, profundizan intensamente en los problemas humanos. Con tramas minimalistas y descripciones  sencillas, construye cuadros colosales, teniendo frecuentemente como fondo, el horror de la guerra.

Sus novelas y libros de relatos han sido galardonados en varias ocasiones: la novela J'abandonne recibió el premio Francia Televisión 2000, el libro de relatos Petites mécaniques obtuvo el premio Goncourt de Novela 2003; Almas grises, su quinta novela, fue galardonada con el prestigioso premio Renaudot, también en 2003, y El informe de Brodeck fue premio Goncourt de los Estudiantes 2007.

 “ALMAS GRISES”

 “El equilibrio entre nuestros deseos culpables y la realidad absoluta sólo se da en las guerras.”


Uno de los hechos que marcó la historia del siglo XX, casi en sus inicios, fue la
Primera Guerra Mundial (1914-1918). Después de ella, la concepción del mundo y la humanidad no volvieron a ser nunca como antes y ahora, después de más de cien años, nadie puede contar su experiencia de primera mano, pero tenemos documentos históricos y testimonios para no olvidarla, libros de autores que la experimentaron, y películas como “Sin novedad en el frente” o la reciente “1917” que retratan el horror de las condiciones de vida de los soldados y la rudeza natural de la tierra que fue testigo de todo.

Almas grises, publicada en 2003 y escrita por Philippe Claudel, se desarrolla en V., un pueblo francés cercano a Bélgica durante esta época, en donde la guerra se escucha como un eco: una colina lo separa de un del frente, y los únicos soldados que se nombran son los heridos y/o los que buscan “olvidarse” en los bares del pueblo, o en la casa de la señora Blachart, “que ofreció su cuerpo sin hacer ascos ni distingos a unos y a otros, civiles y militares, a cualquier hora del día o de la noche” . Mientras, los habitantes llevan una vida relativamente normal. Hasta que a finales de 1917 hallan el cuerpo de Belle de Jour, una niña con una caperuza amarilla, flotando de noche por el canal, y eso desencadena una investigación para encontrar al culpable. Veinte años después de “El Caso”, el policía a cargo del mismo, decide narrar el misterio tejido con la historia del pueblo, sus habitantes y su propia vida. Como narrador, y en primera persona, el policía sólo puede valerse de sus recuerdos y de las palabras que éstos pueden evocar, convencido de que “para intentar comprender a la gente hay que excavar hasta las raíces”. Como lectores, sólo podemos conocer a fondo a los personajes y los hechos, a través de los ojos de quien nos habla de ellos. Yo intentaré hacerlo a través de las imágenes que dejaron los hechos y las personas.

 

Veinte años después de ocurridos los hechos, el narrador, en primera persona:

“No sé muy bien por dónde empezar. Es realmente difícil. Todo este tiempo ido, que las palabras no harán volver  jamás, y también los rostros, las sonrisas, las heridas...Pero aun así, debo intentarlo…Los conozco porque me son tan familiares como la caída de la tarde o la salida del sol. Porque me he pasado la vida queriendo juntarlos y recoserlos, para hacerlos hablar, para escucharlos. Voy a hacer desfilar muchas sombras. Una de ellas ocupará a menudo el primer plano: Pierre-Ange Destinat. Fue fiscal en V: durante más de treinta años ejerció su profesión como un reloj que jamás se conmueve ni se avería. Hablaba poco. Imponía mucho. Tenía los ojos claros, que parecían inmóviles, labios finos, sin bigote, frente despejada y pelo gris.”

“Primer lunes de diciembre. En nuestra ciudad. 1917. Frío siberiano. La tierra crujía bajo los pies y el ruido resonaba hasta la nuca. Recuerdo la gran manta con la que habían cubierto el cuerpo de la pequeña, que se empapó enseguida. Un cuerpo de diez años no abulta mucho, sobre todo si está empapado en agua helada. Apareció el rostro de Belle de Jour. Unos cuervos pasaron volando…Parecía una princesa de cuento, con los labios azules y los párpados blancos. Sus cabellos se mezclaban con la hierba quemada por las heladas matinales…El sol se arrebujaba  en su abrigo de niebla, que se deshilachaba poco a poco. Hasta los cañones parecían haberse helado. No se oía nada.”

Desde este primer contacto con la novela, se puede precisar su estructura, y desde luego su argumento, también su género…Una historia oscura en un tiempo oscuro, luctuoso: la Primera Guerra Mundial de fondo que muestra su desgarrado dolor, su espantoso atronar y sus efectos irreversibles:…Unos personajes principales fríos, misteriosos, oscuros, siniestros: el juez Miek, el coronel Matziev, Víctor Desharet, el médico, y el fiscal Pierre-Ange Destinat…


Merecen especial atención los paisajes, las puestas de sol, el agua del río, los olores, las carreteras embarradas y el ir y venir de los residuos de la guerra; o los espacios: el Palacio, sus jardines, la puerta de hierro; la Fábrica y su entorno; el restaurante el Rébillon y la forma en que lo gobernaba Bourrache…La casita del Palacio y la casa del Maestro…Y de telón de fondo, la Guerra…

Y los personajes, los principales – que hablan por sí mismos - y los secundarios: El alcalde; la señora Siffert madrina de Bell de Jour; Josephine, la peletera; Barbe, la doncella de Destinat; Bourrache y su restaurante; Martial Marie, que dejaba regalos a la Maestra; el Padre Laurant; Despiaux, compañero y policía; Berthe, su asistenta; Madame de Flers...

­­_ Lysia Verhareine. La joven maestra era toda una mujer, salió a la calle sin juzgar ni estremecerse. No tardamos en adoptarla, supo seducir a todos con pequeñeces, los alumnos la miraban con la boca abierta. La escuela nunca estuvo tan llena ni fue tan alegre… En aquella cama estaba Lysia Verhareine. Con los ojos cerrados. Definitivamente cerrados al mundo y a nosotros.  La noticia de la muerte de la joven maestra cayó como un jarro de agua fría. Las calles del pueblo estaban vacías…Destinat permaneció encerrado en su palacio…

_ El Narrador. He pensado muchas veces en las palabras del cura, el padre Lurant, sobre las flores, Dios y la prueba. Y me he dicho que, seguramente, en el mundo hay sitios en los que Dios no pone nunca un pie. Llevo muchos años intentando comprender. Voy a tientas. Me pierdo, vuelvo al punto de partida…Clemence nos acompañó a la puerta, se despidió de nosotros con un leve gesto, y a mí, solo a mí, me dedicó una sonrisa…Me moría de ganas de besarla, pero me dio vergüenza…Y eso fue todo. Estoy llegando a esa sórdida mañana. A esa detención de todos los relojes. A esa caída infinita. A la muerte de las estrellas. Clémence estaba sobre la cama, con la cara pálida y los labios aún más pálidos…Posé mis labios en los suyos, pronuncié su nombre, lo grité, cogí su rostro entre mis manos, le abofeteé las mejillas, le insuflé aire en la boca. Estaba muy hermosa. Nunca la conocí fea, ni vieja, ni arrugada, ni gastada. La muerte me ha dejado al menos eso, que nada puede arrebatarme…El niño dormía. Tenía los párpados cerrados y las mejillas redondas. Busqué tus facciones en las suyas. No tuve que pensarlo mucho. La idea vino sola. No se movió. Su corazón había dejado de latir…Hoy todo se ha acabado. Hace un rato he descolgado la carabina de Gachentar. Es lunes. Lo he dicho todo. Lo he confesado todo…Ya puedo reunirme contigo.

 

Esta es la historia. La cruel Historia. La historia de unas almas grises:

“Las cosas no son ni blancas ni negras, lo que reina es el gris. Los hombres, sus almas…pasa lo mismo. Tú eres un alma gris, rematadamente gris, como todos nosotros…Eso no son más que palabras…¿Y qué te han hecho las palabras?”

 

Es el gris el color que define esta historia: la niebla que se interpone entre la realidad y los recuerdos; la crueldad y el misterio del crimen; el color de la desesperanza en un país destruido; o simplemente el gélido paisaje interior de los hombres. Para Claudel, el color gris es también la ambivalencia de las almas de las personas. Hay otros elementos que el autor utiliza para atraer la atención del lector: los olores, saber a qué olían los personajes, o ciertos lugares, invita a sentirlos más reales, a dotarlos de vida y nos acercan de una forma más humana a la historia de otra época. Los paisajes. Los colores de la luz. Los gestos…

Este libro ganó el premio Renaudot y fue elegido Libro del Año por la revista Lire; posteriormente fue llevado al cine en 2005 y el propio autor participó en la escritura del guión.


PEPA SIRVENT


martes, 4 de febrero de 2025

 

       CLUB DE LECTURA DOCTOR FLEMING - ALBACETE

HARUKI MURAKAMI (1949) - TOKIO BLUES (NORWEGIAN WOOD) 1987

 

HARUKI MURAKAMI nació en Kioto, en Enero de 1949. Su padre era hijo de un sacerdote budista, y su madre de un próspero comerciante de Oxaca. Ambos enseñaban literatura japonesa. Pasó su juventud en Kobe, por traslado familiar. En este periodo estuvo muy influenciado por la cultura occidental, música y literatura, norteamericana e inglesa, principalmente.


Estudió Literatura y Teatro Griego, en la prestigiosa Universidad Privada de Waseda, en Tokio, en el distrito de Shinjuku. En ella conoció a su esposa Yoko, con la que vive actualmente. Frecuentaba poco la universidad. Trabajaba en una tienda de discos y pasaba muchas horas en los JAZZ-BAR de la zona universitaria. Antes de terminar sus estudios, abrió un bar – JAZZ PETER CAT (“Gato Pedro”)- que regentó junto a su esposa, entre 1974 y 1981. La pareja decidió desde un principio no tener hijos, debido a su desconfianza en el progreso del mundo futuro.

En 1988, tras la publicación y el éxito fulminante de su novela TOKIO BLUES, abandonan Japón. Viven en Europa y en Estados Unidos, regresando a Japón en 1995, tras el terremoto de Kobe y el ataque terrorista en el metro de Tokio, sobre cuyos temas escribiría posteriormente.

Murakami es escritor de novelas, relatos y ensayos. Su literatura (en Japón se la considera “pop”) es humorística y surrealista. Refleja LA SOLEDAD, LA ANSIEDAD Y EL DESEO DE AMOR, de un modo conmovedor. Nos muestra un mundo que oscila entre lo real y lo onírico, entre el placer y la oscuridad. Ha traducido y recibido influencia de los norteamericanos John Irving, Raymond Carver y Scott Fitzgerald, a los que considera sus maestros. En su estilo surrealista y de suspense recibe influencia de escritores como Alan Poe, Kerouac ó Brautigan, dotados todos ellos de una gran imaginación. Se le considera incluído por su estilo dentro del movimiento literario del POSMODERNISMO. En Japón, no obstante, se le acusa con frecuencia de “oler a mantequilla”, es decir, de estar completamente americanizado. También de no mostrar en sus libros a Japón tal como es realmente, sino tal como lo ven sus lectores extranjeros. Lo que si parece es que Murakami no escribe solo de temas japoneses  para lectores japoneses, sino de temas universales dirigidos a lectores de todo el mundo.

Murakami reparte sus grandes aficiones entre la música y el deporte. La primera está presente en toda su vida literaria. Algunos de sus libros toman su nombre del título de canciones de alguno de sus intérpretes favoritos, tanto de rock, pop ó jazz (The Beatles, Bee Gees, Marvin Gaye, Sarah Vaughan, Miles Davis, Thelonius Monk, etc.) como de clásica (Bach, Mahler, Ravel). Fanático de The Beatles, no solo da a uno de sus libros el titulo de una de sus canciones – NORWEGIAN WOOD – en la que habla de los amores, ciertos ó no, de John Lennon con una mujer casada, sino que, además, se casa con una mujer llamada YOKO, igual que la esposa de Lennon. “Ya que no se puede elegir a tus padres, ni tampoco a tus hijos, pero si a tu pareja, tienes que ser responsable con tu elección”, dice el escritor. En cuanto al deporte, Murakami es gran aficionado al atletismo y natación. Participa activamente en maratones y triatlón desde los 35 años. En 1996, completó una carrera de 100 km, alrededor del lago Saroma, en Japón. Aborda el tema de su relación con el deporte en su libro DE QUE HABLO CUANDO HABLO DE CORRER (2008).

Entre sus novelas destacan: ESCUCHA LA CANCION DEL VIENTO (1979), TOKIO BLUES (1987), AL SUR DE LA FRONTERA, AL OESTE DEL SOL (1992), CRONICA DEL PAJARO QUE DA CUERDA AL MUNDO (1994) KAFKA EN LA ORILLA (2002), SAUCE CIEGO, MUJER DORMIDA (relatos 2009).

Son temas comunes en todas sus obras : LA SOLEDAD, LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE. LA MEMORIA Y SU PERDIDA. EL SUICIDIO. LA RELACION HOMBRE-MUJER. LA LITERATURA Y LA MUSICA OCCIDENTALES. LA LOCURA. LA ALIENACION Y LA DEPRESION. PROVOCAR EN EL LECTOR LA RISA Y EL LLANTO.

Ha sido traducido a cincuenta idiomas, y ha recibido, entre otros, los premios FRANZ KAFKA (2006), MUNDIAL DE FANTASIA (2006), JERUSALEN (2009), y PRINCESA DE ASTURIAS DE LAS LETRAS (2023).

Dice Murakami : “El trabajo de un novelista es soñar despierto”. “Para mí, escribir una novela es como soñar de forma consciente. Es como poder continuar un día el sueño del día anterior”.       Es también una forma de descender profundamente en mi conciencia”. “Aunque sea algo onírico (soñado), no es fantástico. Para mí, todo lo onírico es muy real”.”Cuando escribo pienso en música. No veo ningún color. Yo no sueño, ó no recuerdo mis sueños. Pero mis libros están llenos de sueños: esos sueños los imagino”.


TOKIO BLUES (NORWEGIAN WOOD), es una novela escrita en 1987, cuando Murakami tenía 38 años, y toma su titulo del de una famosa canción de The Beatles, de cuyo grupo se considera fanático admirador.

En el principio de la novela, TORU WATANABE, personaje principal, se dispone a abandonar el avión que le ha traido hasta Hamburgo (Alemania). Es noviembre de 1986, y él tiene 37 años. Por los altavoces del avión está sonando una canción: se trata de Norwegian Wood. Al escucharla, Watanabe sufre una violenta conmoción y está a punto de caer, teniendo que ser atendido por la azafata. Esta canción le ha traído a la memoria los recuerdos de su llegada a Tokio en 1968, procedente de Kobe en donde vivió su juventud, y su vida durante los dos años siguientes, cuando tenía 18 a 20 años, esos años turbulentos de su juventud, y las relaciones de amor, sexo y muerte con otras personas, amigos, amantes y compañeros de la universidad. Recuerda especialmente a NAOKO, pero apenas puede identificar su rostro, ni reconocer con claridad los bellos paisajes que recorrieron juntos. Decide escribir todos sus recuerdos a medida que vayan aflorando. “Soy de ese tipo de personas que no acaba de comprender bien las cosas que me están pasando, hasta que las pongo por escrito”.

“Naoko hablaba siempre de un pozo, muy profundo y muy peligroso, cercano a nosotros, pero que nadie había localizado hasta ahora. Si alguien cae dentro de él, está perdido, y su muerte es horrible. Cada dos o tres años desaparece una persona, y la gente dice que ha debido de caer en el pozo. Alguien debería buscarlo y cercarlo para evitar caer en él, pero, hasta hoy, nadie ha podido encontrarlo”.

También decía Naoko : “Eso de que alguien proteja eternamente a alguien… es imposible. Nadie podría exigirlo, ni nadie podría soportarlo”. “Me siento mucho más perdida de lo que puedas imaginar…perdida entre tinieblas y hielo… ¿Por qué te acostaste conmigo aquel día?.¿Por qué no me dejaste en paz?... “Si no comprendes lo que te digo, nunca podrías ayudarme”… ¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?.

Este pensamiento me llena de tristeza, pues comprendo que, en realidad, Naoko nunca me amó.

Watanabe se presenta a sí mismo : “Soy una persona corriente, hijo de una familia corriente. Asisto a una escuela corriente, mis notas son corrientes y tengo amigos corrientes. Me gusta leer, caminar y nadar, pero mis lecturas son corrientes y no destaco en la práctica de ningún deporte, y tampoco creo sobresalir en nada con las mujeres con las que me acuesto.

Naoko, Kizuki y yo, nacimos y pasamos nuestra juventud en Kobe. Kizuki y yo éramos amigos desde los tres años. Kizuki y Naoko novios desde los doce, y los tres inseparables desde esa misma edad. Ella hablaba poco, a mí me gustaba escuchar, y él, que era el más inteligente y mejor conversador, era el que llevaba la voz cantante. Así pasamos cinco años, pero en 1966, último año de instituto, con 17 años y sin motivo aparente, Kizuki puso fin a su vida, suicidándose, en el interior de un coche, dentro del garaje de su padre. Yo fui la última persona que estuvo con él antes de morir, y tuve que declarar ante la policía. En clase, en su pupitre, durante un tiempo, lucieron unas flores blancas. Tras su muerte, Naoko sufrió una profunda depresión por lo que precisó de asistencia siquiátrica. Se sentía culpable, y me culpaba a mi también por no haber sabido detectar sus intenciones. Yo me quedé aislado y tenía necesidad de abandonar Kobe. Busqué universidad en Tokio para el próximo curso. No volví a ver a Naoko hasta unos años después. Nos encontramos casualmente en Tokio, en donde se había matriculado en una de sus universidades. Reiniciamos nuestros encuentros los fines de semana. Dábamos largas caminatas, hablando de Kizuki y nuestras relaciones personales, así como de nuestras expectativas de futuro. Naoko se mostraba muy excéptica de cara al futuro. Me dio cuenta de la muerte de su hermana, seis años mayor que ella, una de esa clase de mujeres que “son las mejores en todo lo que tocan”, les gusta arreglar todas las cosas por sí mismas, y a la que yo trataba de imitar siempre. “Cuando tenía 17 años, sín razón aparente, y sin dejar nota alguna, puso fin a su vida, colgándose en su habitación. Yo fui la primera que descubrí su cadáver. Desde entonces me siento un ser imperfecto”.

En Abril, Naoko cumplió 20 años. Yo los cumpliré en Noviembre. El día de su cumpleaños le llevé una tarta. Hablamos como nunca y bebimos. De pronto, apoyada su cabeza en mi hombro, lloró desconsoladamente. Esa noche hicimos el amor, y hoy día, después de veinte años, aún no estoy seguro de haber obrado bién. Resultó el orgasmo más triste que nunca haya oído. A partir de ese día perdimos el contacto. Ella abandonó la universidad y se marchó de Tokio. Traté de encontrarla. Tres meses después recibí una carta suya, indicándome su intención de ingresar en un centro de recuperación en las montañas de Kioto.

Fui a visitarla varias veces. La primera vez me recibió Reico, su compañera de habitación, para indicarme las normas del centro y el estado de Naoko. Se trata de un centro abierto, aquí la gente entra y sale cuando quiere en función de su recuperación. Es un centro caro pero no lucrativo. Aquí no recibes tratamiento médico; solo si lo necesitas. Aquí la terapia es la vida misma en el centro, ejercicio físico, vida al aire libre, cuidado de huertos y jardines y ayuda mutua (cada uno enseña a quien lo desea aquello que conoce). Es un lugar adecuado para enfermos como nosotros, siempre que aceptemos que necesitamos ayuda, y que también estemos dispuestos a prestarla a otros, además de ser honestos y decir siempre la verdad, no disfrazándola con mentiras piadosas, aunque puedan beneficiar al que las dice ó a quien las escucha. Reico lleva siete años en el centro. Es profesora de piano, da clases y ayuda en tareas administrativas. Cree que está recuperada y podría salir del centro, pero es feliz con la vida que hace, y, además quiere ayudar a Naoko en su recuperación. “Aquí en el centro, hay dos tipos de personas : los que son capaces de abrir su corazón a los demás, y los que no”, dice Reiko. “Tú, Watanabe, te cuentas entre los primeros : puedes abrir tu corazón siempre y cuando quieras hacerlo”. ¿Y que sucede cuando lo abres?, pregunté. “Que te curas”- respondió Reiko. Con respecto a Naoko me aconsejó tener mucha paciencia. En ella coinciden diversos conflictos, que hay que desactivar uno a uno. Debeis hablar de vuestros actos del pasado. El tiempo ayuda a reflexionar sobre ellos. Se trata, no tanto de querer ayudarla, como de desear curarte a ti mismo mientras la ayudas a curarse. Ten en cuenta que puede pasar mucho tiempo antes de curarse, y la espera puede ser muy dura, sobre todo para alguien de tu edad.


El encuentro con Naoko fue tranquilo. Me agradeció mis cartas y mis visitas, y me pidió que no la olvidara nunca. Dijo haber escuchado a su padre en una ocasión, decir que un hermano suyo, de 21 años, se había suicidado tirándose al tren. “Tal vez sea algo hereditario por parte mía”. Hablamos, largamente, del amor y de las relaciones sexuales con Kizuki y conmigo. Naoko se consideraba incapacitada para las relaciones sexuales. No gozaba, sentía dolor y se sentía incapaz de dar placer. Pero, extraordinariamente generosa, nos había ayudado a ambos a satisfacer nuestro deseo sexual, de manera oral ó manual. Cuando recordamos el día de su cumpleaños, rompió a llorar desconsolada. Cuando se recuperó, con ayuda de Reiko, hablamos de nuevo. Le hablé de irnos a vivir juntos. Yo le cuidaría durante toda la vida. Su respuesta fue : “Quiero que continúes con tu vida. Por favor, no me esperes. No quiero interferir en la vida de nadie. Acuérdate siempre de mí, y ven a verme siempre que quieras”.

Naoko falleció poco tiempo después. Se quitó la vida, colgándose de un árbol, en un bosque cercano a la residencia.

Forman parte de la novela otros personajes memorables, con capacidad, cada uno de ellos, para ocupar el papel protagonista en una nueva novela : REIKO, que vió frustrada su vida a los veinte años, al renunciar a convertirse en concertista de piano, debido a la parálisis del dedo meñique de la mano izquierda. Posteriormente, a los 31 años, fue humillada por una alumna de 13, acusándola injustamente de lesbiana. A consecuencia de ello, cambió su residencia, se separó de su marido y de su hija de dos años e ingresó en un centro de recuperación, donde permanecíó siete años. MIDORI KOBAYASHI, compañera de Watanabe en la clase de Historia del Teatro. Joven, guapa, atractiva y provocadora. Su madre falleció hace dos años a causa de un tumor cerebral, y su padre se encuentra hospitalizado en estado grave. Ella lo visita y lo cuida cuatro días a la semana, y su hermana los tres restantes. También comparten del mismo modo una pequeña librería de barrio, que constituye el negocio familiar. Dice Midori que el día que murió su madre no sintió el menor sentimiento de tristeza, de amargura ó de soledad. Sin embargo, cuando tenía diez años, soñaba en conocer a alguien que la quisiera con toda su alma todos los días del año. "Hoy invito yo” – me dijo un día Midori -.He cobrado uno de esos trabajos que hago a tiempo parcial. Ahora bien, si eres un fascista a quien no le gusta que lo invite una mujer, la cosa cambia”. Midori y Watanabe se gustan mutuamente y empiezan a pasar juntos los fines de semana, después de la muerte del padre de Midori. Ella está interesada en saber más del comportamiento sexual de los hombres. Le convence a él para ver juntos alguna película porno, pero no le basta. Sabe de la importancia de la satisfacción mutua en las relaciones sexuales para la convivencia. Tanto Naoko como Reiko, que conocen su existencia, aconsejan encarecidamente a Watanabe que la una a mi vida para siempre. NAGASAWA, compañero en la residencia de estudiantes, estudiaba Derecho (que consideraba su trabajo), y en el tiempo libre estudiaba varios idiomas y preparaba oposiciones para embajadas (eso lo consideraba “su esfuerzo personal”). Coincidiamos al considerar EL GRAN GATSBY y LA MONTAÑA MAGICA, nuestras novelas favoritas. Tenía polos opuestos de comportamiento : A veces conmovía de cariñoso, y a veces rebosaba de mala intención. Pero su mayor virtud era su honestidad : Nunca mentía, y siempre reconocía sus errores y sus faltas. Conmigo se mostraba amable y me ayudaba. A mí, no me gustaba demasiado acostarme con chicas desconocidas. Era una forma cómoda de satisfacer el deseo sexual. Nagasawa lo hacía todos los fines de semana, y, alguna vez me arrastraba. HATSUMI era su novia y estaba enamorada de él desde el primer curso. Intuía que se acostaba con otras mujeres, pero nunca se lo había reprochado. A mí me caía muy bien, y yo a ella también. Nagasawa decía que era   demasiado buena y que él no se la merecía. Cuando aprobó la oposición, salimos juntos una noche para celebrarlo. Ahora Nagasawa  tenía que hacer un curso de formación, y el próximo año sería destinado a otro país. Hablaron, largamente de su futuro. Él no deseaba casarse ni le prometía esperarla. La única opción que le ofrecía era marcharse con él. Llegado el momento, Nagasawa se marchó solo a Alemania. Hatsumi se quedó en Tokio y esperó dos años. Transcurrido este tiempo, se casó con otra persona. Dos años mas tarde se quitó la vida, cortándose las venas. Fue Nagasawa quién me comunicó su muerte. Su pérdida fue muy triste y amarga para mí, y nunca después volví a hablar con Nagasawa. Otro personaje era mi compañero de habitación en la residencia de estudiantes. Era un poco tartamudo y todos lo llamábamos TRO-PA-DE-A-SAL-TO. Se levantaba cada día a las seis de la mañana, para hacer media hora de gimnasia radiofónica. Después salía al patio para asistir al acto de izado de bandera y canto del himno de Japón, antes de empezar la jornada. En las paredes de todas las habitaciones de la residencia había fotografías de mujeres desnudas. En la nuestra había un cuadro que representaba un canal de Amsterdam. Tropa de Asalto se masturbaba cada noche, mirando al cuadro.

Dice el autor : En mis libros no hablo de los vínculos familiares entre distintas generaciones. Solo me interesa explorar todo lo que pasa entre un hombre y una mujer. Es una relación especial. Quizás la más importante.

En mis libros hay MUSICA, SEXO, COMIDA… Intento que el lector se sienta atraído por esas cosas físicas. Que desee probarlas. Si se trata de un personaje enfermo, intento que el lector se identifique tanto con él, que sea capaz de llegar a detectar sus síntomas.

SOLEDAD, VIOLENCIA, LOCURA… Reir y llorar son las emociones más transparentes…Busco provocar en el lector esas emociones…Hacer llorar es más sencillo… Sonreir ó reir a carcajadas, demuestra que te has relajado, que hay empatía entre lo que cuenta el libro y lo que el lector percibe.

Por su parte, el protagonista Toru Watanabe se despide así : “ Tanto la muerte de Kizuki como la de Naoko dejaron en mi ánimo un profundo sentimiento de culpa por no haber podido evitarlo. Con el tiempo, mi cabeza se fue despejando y empecé a aceptar ambos sucesos como inevitables. Ahora, pasados casi veinte años, puedo traducirlo como LA MUERTE NO EXISTE EN CONTRAPOSICION A LA VIDA, SINO COMO PARTE DE ELLA.

 MANUEL JIMENEZ    -  ALBACETE, ENERO – 2025       

                   


                                   

martes, 17 de diciembre de 2024

 

2024, UN AÑO QUE SE ACABA…

                                                                  

Tras el cristal de la ventana desde la que                                            

                tantas veces y tantos días

vivo mocionada las horas del atardece                                            r,

                hoy puedo contemplar

cómo se van oscureciendo los rosas fríos de las nubes,

               escribiendo en un cielo violáceo las últimas palabras del día,

cómo los últimos rayos del sol se reflejan en múltiples espejos

               transformando los ocres de los muros en deslumbrantes destellos dorados,

cómo bandadas de minúsculos pajarillos

               vuelan en formaciones perfectas oscureciendo el cielo en busca de su nido.

 

Es otoño.Es diciembre.

Es un año que se acaba.

 

Sólo a un paso, al bajar a la calle, se siente el ruido.

Y son incontables los puntos de luz de variados colores

                que extienden un manto de brillantes destellos y ocultan la negrura de la noche.

 Y hay un incesante trasiego humano donde se mezclan

                un universo de voces confusas con músicas de ayer y de hoy.

Sólo a un paso. Al bajar a la calle.

 

Un año que se acaba.

Regreso a mi silencio.

Un silencio que duele y llora sin lágrimas,

                 por tantos que han visto sus vidas arrasadas,

                 por tantos que lloran a los que desaparecieron,

                 por tantos que tuvieron que alejarse de su tierra invadida,

                 por tantos que no pudieron llegar al final de un viaje inseguro,

                 por tantos niños y mujeres víctimas de abusos y violencia.

                

Regreso a mi silencio.

Y te busco a ti, amigo.

Y comparto contigo mi dolor y la alegría de encontrarnos.   

 

Regreso a mi silencio.

Y contemplo a través del cristal la belleza de un día que se acaba.

Y siento el calor de todo lo que conforma mi vida.

Y escucho – sin palabras - la voz de los que amo.

Y busco - en el recuerdo – la sonrisa   la alegría de mis nietas.

Y me siento agradecida.   

                                                        

   

  Y sueño con un año nuevo.    Y renace una esperanza.                   

Albacete, diciembre 2024            Pepa Sirvent                                                               

    

 



martes, 29 de octubre de 2024

 

           “LOS INGRATOS” - Pedro Simón. 

Premio Primavera de Novela 2021                                              

Pedro Simón, Madrid 1971. Periodista. Autor de varios libros y ganador del Premio Ortega y Gasset 2015; Mejor Periodista del año de la APM 2016; Premio Rey de España de Periodismo 2021, y Premio Primavera – Espasa y Ámbito Cultural – 2021

               

El título de la novela responde a la reflexión, consensuada como principal en el grupo, del retorno que el protagonista hace al lugar olvidado por la inercia del paso de los días, para descubrir la irrecuperable realidad del tiempo perdido…y en ese trayecto los afectos irrecuperables.

 “Te imagino todo el tempo de después, pensando mucho lo que me ibas a poner en las cartas que escribías. Tomándote la cuestión epistolar como el momento más importante de tus días, ya ves, como si las palabras pudieran cambiar algo. Esperando al cartero cada mañana para comprobar que no había nada para ti. Que tú ya no eres nadie. Que cada vez eras menos que nadie. Y el día en que te llegaba una carta, yendo a abrirla corriendo y contenta como una chiquilla”

A la mayoría del grupo, le ha “removido” una historia vivida y olvidada:

 -     La de una generación que vivió en aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre.

-     El retrato de un país que miraba al futuro y se olvidó de dar las gracias a la generación que lo hizo posible.

-     Un poética crónica de la España de ese momento. Unos personajes con fuerza: Mercedes, a los ojos de su hijo es una mujer adelantada, es la maestra del pueblo, a diferencia de las otras mujeres que viven en él, fuma, lleva vaqueros de campana, conduce, escucha música moderna... Ser maestra, además, hace que su nivel cultural sea mayor.

El contrapunto es Emérita, más mayor y más conservadora. Ella nunca ha salido del pueblo, apenas sabe leer y escribir, pero es pura bondad. Ello lo refleja en el diario que escribe.”

-    


Una historia de amor, una historia de soledad y de olvido, también de ingratitud, no de la que nace de una decisión premeditada y consciente, sino de aquella que el paso del tiempo impone, la ingratitud provocada por las vidas que se alejan, por la distancia y el tiempo que van minando las relaciones, por las buenas intenciones…hasta que un día despertamos sin saber si es demasiado tarde o si aún tenemos tiempo.

 

Ente los muchos temas singulares de la novela, ha destacado “el silencio”:

-     “Lo malo del silencio, señorita, - le dice Emérita – no es el que lleva una dentro, como si fuese un luto que no tiene remedio. Lo malo son los silencios de fuera. Cuando no tienes a nadie que te ponga el brazo. Y no hay un chico en bici que te abra el camino. Esos son los silencios malos. Benditos ruidos señorita Mercedes.”

-     “Deje a su hijo que lo revuelva todo, señorita. Porque solo el que lo revuelve todo es capaz de sacar algo en claro.”

 

Todos, en algún momento, nos hemos visto reflejados.

MUY RECOMENDABLE.